Juan de Salinas y Castro (1562-1643). Poeta y sacerdote sevillano. Cultivó el género burlesco. Escribió romances, sonetos, redondillas, letrillas, epigramas...
I.
A cierto clérigo poco curioso, que no quería prestar una mula que tenía.
Cierto abad de Cantillana,
tan viejo como guardoso
(dejo aparte lo asqueroso,
que eso dirá su sotana),
su mulilla rabicana
jamás la quiso prestar,
verificando a la par,
con evidencias notorias,
en sí dos contradictorias:
no dar mula y mula-dar.
II.
Otro anagrama, para definirlo.
Anagrama de Luisa
es ilusa, y no la infama,
supuesto que el anagrama
no es definición precisa;
ya con el sujeto frisa,
ya es compuesto, ya neutral;
neutros son perla y peral,
ramo, amor, burla y albur,
conforman hurta y tahúr,
implican malsín sin mal.
III.
A un tratado del doctor Balboa.
He visto aqueste proceso
que es muy digno que se alabe,
porque su autor es muy grave
y escribe con mucho peso,
y juntamente con eso,
aunque sin ornato y gala,
en fuerte nadie le iguala;
y si me preguntan ¿cómo?,
digo que como es de plomo,
cada texto es una bala.
IV.
A un fraile viejo, mentiroso y falso de dientes.
Vuestra dentadura poca
dice vuestra mucha edad,
y es la primera verdad
que se ha visto en vuestra boca.
V.
Pidió el doctor a la sacristana del Convento de los Reyes vino para celebrar, del suyo bueno que tenía, y dijo la sacristana que se había acabado; y contestóle:
Dad al confesor, según
fuere más o menos dino,
en el oficio di-vino
si no hay propio, del común.
VI.
Tenía el autor un pleito en Madrid, y por su abogado uno que tenía por apellido Feloaga.
A protección tan alta
pues no hay quien dignamente satisfaga,
señor, eso que falta,
ya que no por la paga,
por los quilates de mi fe-lo-haga.
VII.
Obligó la obediencia a una religiosa que fuese mayordoma del convento.
En las virtudes morales
es la mejor mayordoma
quien con fuerza mayor doma
sus pasiones naturales.
VIII.
A una melindrosa que cerraba la puerta a las Ave Marías y después la abría a un fraile procurador de cierto convento.
¿Qué importa al recato vuestro
el que cerréis cada día
la puerta al Ave María,
si la abrís al Padre nuestro?
IX.
A un letrado que tenía su mujer hermosa y frágil.
En casa de este tribuno
tanta justicia se halla,
que su mujer por guardalla
da lo suyo a cada uno.
X.
A una dama recatada a quien visitaba un ayo llamado Labio.
Mi señora Dorotea,
la verdad sábela Dios,
mas todos dicen que en vos
el Dómine labia mea¹.
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¹ Domine labia mea [Lat. Tú me abrirás los labios, oh Señor] es la advocación con que los canónigos inician la oración para maitines, signándose en los labios. Forma parte del Miserere (Se traduce como “Ten piedad”), Salmo 51 de la Biblia. Evidentemente Salinas emplea la expresión en otro sentido.
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