Si bien las redes sociales son
banalizadas frecuentemente, esto no depende sino de quienes se valen de ellas
para expresar su personalidad. Sin embargo, por el ciberespacio también “navegan” personas inteligentes en busca de caracteres afines,
con los cuales compartir su mundo. Frecuentemente, nos olvidamos del potencial
que alberga la red, dándolo por hecho, como si siempre hubiéramos disfrutado de
sus beneficios.
En fin, a partir de las redes, conocí a Íaz Aviolus, quien me presentó “virtualmente” a Francisco Trejo —habrá que acostumbrarnos a esta “nueva dinámica” de conocer a nuestros congéneres por medio de la computadora, antes de hacerlo personalmente.
Francisco
Trejo (Ciudad de México, 1987). Estudió la licenciatura en Creación Literaria
en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Segundo lugar del Premio
Nacional de Poesía “José Emilio Pacheco” al Estudiante Universitario 2013,
Ganador del VIII Premio Nacional de Novela y Poesía Ignacio Manuel Altamirano
2012, mención honorífica del Concurso 43 de Punto de Partida 2012, mención
honorífica del Premio de Literatura Joven Max Rojas 2011 y mención honorífica
del Premio Nacional de Poesía José Emilio Pacheco 2011. Obra publicada:
Rosaleda, Rojo Siena Editorial, 2012; La cobija de Ares, Praxis, 2013. Obra en
proceso de publicación: El Tábano canta en los hoteles.
Liga
para conseguir La cobija de Ares.
También se puede pedir en librerías Educal.
De
acuerdo con el autor, La cobija de Ares
—libro que se divide en cinco secciones: La venida del héroe, La guerra y las
espadas, Los enredos del laberinto, Otros mitos amorosos y Los monstruos de las
sábanas.
I.
El
Viagra vs. la guerra
Menelao,
lamento que en tu época
no existiera la pastilla azul
─garantía de esposas fieles─;
conociéndola,
no hubieras perdido el tiempo
encima de tu caballo
tratando de matar a Paris
─hubieras pasado los días
montando a Helena─.
II.
Precaución
del amante
Para invadir a Furcia
me protejo con látex:
la bestia de su laberinto
termina con la vida
de sus amantes.
III.
Cornamenta
Minos, Asterión es tu vástago.
No te quiebres la cabeza con la
duda:
¡son idénticos!
¿Acaso no ves tus cuernos?
IV.
Aguzar
la espada
Minotauro Aurelio,
sé que me odias
y que anhelas matarme
porque visito tu vivienda.
Algún día
vamos a enfrentarnos,
por eso afilo mi espada
en la vulva de tu esposa.
V.
El
fuego de una fémina
Ay, Aurelio,
¿cómo no te voy a ser infiel
si tu ave Fénix se consume en
mi fuego
cada
1000 años?
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