Para mis amados padres:
después de todo, estas 50, 000 visitas
habrían sido imposibles sin ustedes...
después de todo, estas 50, 000 visitas
habrían sido imposibles sin ustedes...
نميرم از اين پس كه من زندهام
كه تخم سخن را پراكندهام
كه تخم سخن را پراكندهام
nemiram az īn pas ke man zendeh’am
ke tokhme sokhan rā man parākandeh’am
[Yo
no partiré cuando concluya mi vida,
permaneceré
en la semilla de la lengua persa.
Ferdousí,
Shahnameh.]
Shah-Naméh. El Libro de los Reyes. Historia de Siawash. (Ediciones Hiperión, Madrid, 2007). |
Todo libro tiene su historia
respecto del lector, y la mía en relación con el Shah-Naméh. El libro de los Reyes. Historia
de Siawash —editado por Hiperión, con traducción,
introducción y notas de Homá Dadbín—, es la siguiente.
En dos oportunidades he acudido
a la Feria del Libro de Guadalajara. Si bien lo he hecho por motivos de trabajo,
me doy tiempo para recorrer los estantes, con el propósito de regresar más adelante para comprar.
Hiperión, en el último lapso,
se ha convertido en mi editorial favorita por su propuesta poética —sobre todo
por la oferta de autores desconocidos que figuran en su catálogo: poco a poco
he visto aumentar mi colección considerablemente.
Confieso que este libro lo tomé del estante por mera curiosidad. De hecho, fue el último de varios que adquirí. Supuse que
se trataba de un autor del Oriente Medio, pero jamás me imaginé que sería la
llave que me abriría la puerta a un mundo hasta ahora desconocido para mí: el persa,
el iraní.
Felizmente, la lectura de este “monumento literario” ha
coincidido con mi impulso actual de repasar los poemas épicos de la Humanidad,
y después de la Epopeya de Gilgamesh y el Cantar de las huestes de Ígor, se trata de la tercera
entrega de este ciclo.
Recientemente se difundió la noticia
de que después de mil años de haber sido escrito, se dispondría de una edición íntegra en español del Shahnameh.
Clara Janés y Ahmad Taheri
tradujeron un fragmento considerable de El libro de los reyes. Historias de Zal, Rostam y Sohrab (Alianza editorial, 2011).
Antes de entrar en materia, comparto diversas páginas donde se encontrarán, ya el texto traducido al inglés, ya diversos manuscritos e ilustraciones:
Shahnama Project. Proyecto de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
The Shahnama Project. Proyecto de la
Universidad de Princeton, Estados Unidos.
The Epic of Shahnameh, en traducción de Helen Zimmern (esta versión se encuentra también en otros sitios en la red como éste).
Hakīm
Abul-Qāsim Firdawsī Tūsī, conocido como Ferdowsi o Firdusi —y en la versión de
la que dispongo, Ferdousí— nació en Tus, Jorasán, en 934 (329 de la hégira), y
murió en Mazandarán a los 81 u 82 años de edad.
Shahnameh: Libro de los Reyes. |
Fue
autor del Shāhnāmé o Shāhnāma, “Libro de los Reyes” o “Épica de los Reyes”: la epopeya nacional de Persia, que comenzó a escribir
hacia el año 370 de la hégira y terminó hacia el 400, y en que se evoca la
época de los sasánidas y los gaznawíes.
Mausoleo de Ferdousí. Tus, Irán. |
La
obra escrita en farsí darí, que se basó en los Jodainameh (en farsí) o Jotainamek
(en pahlaví), textos en prosa que recogían las antiguas historias persas anteriores al islam, abarca desde el principio de la civilización de la raza
iraní hasta la derrota del imperio ante los árabes en el siglo VII.
Pasaje del Shahnameh esculpido en relieve en el Mausoleo de Ferdousí. Tus, Irán. |
Ferdousí y tres poetas de la corte de los gaznawíes. |
El
poema consta, según el propio Ferdousí, de 60, 000 dísticos o pareados
endecasílabos —¡sólo superado por las 100, 000 líneas que se atribuyen al Mahābhārata!—;
pero los estudios de Theodor Nöldeke, quien refiriera que “esta epopeya
nacional es tan grandiosa que ningún otro pueblo en el mundo posee algo
similar”, reducen la cifra entre los 48, 000 y los 52, 000: 62 historias y 990 capítulos.
Rostam mata con su lanza al héroe turaniano Alkús. |
Homá
Dadbín en la página 11 de su esclarecedora Introducción,
apunta:
El personaje principal y central del Shahnameh es Rostam, al que el poeta se
sentía unido con el alma y el corazón. Rostam es indiscutiblemente la
culminación deseada de caballería y nobleza en la época de los sasánidas, y era
un ejemplo a seguir. Ferdousí quiso con su obra recordar a esta gran dinastía
iraní pasados ya tres siglos de su derrota.
A
manera de resumen transcribo el relato que va de la página 31 a la 35 (la
versión es bilingüe) de La historia de
Siawash y Sudabeh, que Dadbín semeja a la Fedra de Racine:
Un día los célebres héroes de Irán Tus,
Guiw y Gudarz, acompañados por algunos caballeros, fueron a una cacería de
onagros en la parte de la frontera de Turán. Tus y Guiw se encontraron en el
camino con una hermosa doncella de rostro similar a la luna y la llevaron ante
el rey Kawús, y el rey la hizo su esposa, y de esta unión nació un varón a
quien dieron el nombre de Siawash, y lo dejaron al cuidado y crianza de Rostam.
Rostam le enseñó todas las artes, y cuando un día Siawash deseó ver a su padre,
Rostam le llevó a la corte del rey Kawús. Entonces el rey, las autoridades y
los jefes del ejército le recibieron, y Kawús quedó muy feliz por el encuentro
con su hijo. Siawash estuvo siete años al servicio de su padre y el rey ordenó
que le asignaran el reino de Mawara-on-nahr.
En esta época un día Sudabeh, la seductora
esposa de Kawús, vio a Siawash y se
enamoró de él perdidamente y le llamó a su lado, pero Siawash no aceptó.
Entonces Sudabeh le sugirió al rey Kawús que enviara a Siawash al harén del
rey, y Siawash no tuvo más remedio que aceptar
aquella orden y fue al harén, y a pesar de que esta invitación se repitió
varias veces y de que Sudabeh amenazó mucho a Siawash, éste no se dejó
intimidar y no fue desleal a su padre. Entonces Sudabeh desgarró sus vestiduras
y a grandes gritos proclamó que era Siawash quien le había hecho aquello, y
llevó esta reclamación ante Kawús, agregando: —Además, estoy en cinta, y bien
entrada la noche he dado fuertes gritos y por culpa de este sufrimiento se han
malogrado dos criaturas en mi vientre. Kawús pidió una solución a los
sacerdotes, y éstos dijeron que uno de los dos tenía que pasar por entre las
llamas del fuego y demostrar así su inocencia.
Sudabeh dijo que el pecador era Siawash y
que era él quien tenía que atravesar el fuego. Así, por orden de Kawús,
prendieron una montaña de fuego y Siawash, después de orar al Creador, galopó
por en medio del fuego y salió por el otro extremo de las llamas sano y salvo.
Kawús entregó a Sudabeh al verdugo para que acabara con ella, pero Siawash
sugirió a su padre que revocara aquella orden.
En aquel tiempo, como Afrasiab, el rey de
Turán, había atacado a Irán, Siawash se dispuso a luchar contra él, y Rostam
con treinte mil guerreros le acompañó, y así Siawash derrotó al ejército de
Afrasiab y tomó la ciudad de Balj.
Afrasiab trató de reconciliarse y Siawash
aceptó sus propuestas y escribió a Kawús comunicándoselo, pero Kawús ordenó a
Siawash que siguiera luchando contra Afrasiab. Siawash, considerando que
aquella orden le imponía una acción indigna de un hombre noble, se encaminó a
Turán y allí Afrasiab le concedió la mano de su hija Faranguís. Pero no pasó
mucho tiempo cuando Garsiwaz, el hermano de Afrasiab, por encono hacia Siawash
conspiró contra él de manera que inculcó a Afrasiab sospechas contra Siawash y
simuló ante Siawash que Afrasiab pretendía atentar contra su vida, y dispuso
las cosas para que Afrasiab llamara a Siawash a la capital. Y como éste, por
culpa de una enfermedad de Faranguís, no podía acudir, Afrasiab le consideró en
rebeldía y atacó con su ejército Siawashgard, la ciudad construida por Siawash.
Siawash, al verse en peligro, dijo a Faranguís que si traía al mundo un varón
le pusiera el nombre de Kei Josró, para que se vengara de Afrasiab.
Entonces emprendió viaje hacia Irán, pero
en el camino fue hecho prisionero por Afrasiab y Garsiwaz, quien varias veces
en las competiciones había fracasado ante Siawash; acusándole de haberle
ofendido, incitó a Afrasiab para que diera la orden de sujetar a Siawash y
decapitarle. Afrasiab no atendió al llanto de su propia hija Faranguís. Esta es
la triste historia de aquel príncipe, y he aquí un extracto de la misma:
Shah-Naméh. El libro de los
Reyes. Historia de Siawash.
Traducción, introducción y
notas de Homá Dadbín.
Batalla entre las tropas de Irán y Turán durante el reinado de Kei Josró. |
Siawash le dijo: —Mi sueño
se hace realidad y mi
existencia se enturbia;
mi vida llega a su fin,
llega la pena de los días
amargos.
Aunque el palacio llegue hasta
los astros,
igual tendré que saborear el
veneno de la muerte,
aunque viviera mil doscientos
años,
no tendré un lugar sino en la
tenebrosa tierra.
Después aludió a que Faranguís estaba encinta, y dijo:
Tu apreciado árbol dará fruto,
de él nacerá un célebre rey;
dale orgullosa el nombre de Kei
Josró;
cuando él esté apenado, tú le
sosegarás.
Por orden de Afrasiab a partir
de ahora
mi suerte favorable quedará
adormecida.
Cortarán esta mi inocente
cabeza,
colocarán mi corona sobre la
sangre de mis entrañas;
no tendré ni ataúd ni sepultura
ni sudario,
ni me llorará nadie de los
presentes;
quedaré igual que un
desterrado,
mi cabeza separada del cuerpo
por la espada.
A ti, los guardias del rey,
humillada
te llevarán por el camino,
desnudos cabeza y cuerpo;
llegará el comandante Pirán,
intercederá ante tu padre,
rogando por ti,
que no has cometido culpa
ninguna, y temiendo por tu
vida, a ti, humillada y
lastimada, te llevará a su palacio.
En el palacio de ese anciano
sabio
darás a luz al célebre Kei
Josró.
Un mediador llegará de Irán
dispuesto a la orden del justo
Dios;
desde allí a ti y a tu hijo
sigilosamente
os llevará muy pronto hacia el
río Yeihún.
Le otorgarán el trono real,
a su orden estará hasta las
aves y los peces;
un ejército vengador llegará de
Irán,
la tierra entera estará llena
de disturbios,
para vengarme, muchas tropas
se vestirán corazas a mi
manera,
se levantarán voces por el
mundo entero,
los tiempos correrán revueltos
por Kei Josró.
pasará por toda la tierra
siguiendo al Rajsh de Rostam,
no respetará a nadie en Turán.
Entonces el noble Siawash
volvió su rostro hacía
Faranguís,
se despidió de ella, y le dijo:
—¡Oh, buena compañera, ahora
debo marcharme!
Dio un bramido y, lleno de
dolor el corazón,
salió del palacio con las
mejillas pálidas.
Faranguís se arañó la cara y se
arrancó los cabellos,
derramando de sus ojos un río
por su rostro.
Siawash,
tras despedirse de Faranguís, se dirigió a la cuadra de los caballos
árabes.
Se acercó al del color de la
noche, Behzad,
que el día de la venganza se
asemejaba al viento,
vociferando le cogió la cabeza
entre sus brazos,
le quitó de la cabeza las
riendas y la brida
y le dijo al oído un alto
secreto:
—Sé consciente y no congenies
con nadie;
cuando venga Kei Josró para
tomar venganza,
su brida a ti te debe
engalanar.
Deja de una vez por todas la
cuadra;
que su caballo a la hora de la
venganza seas tú.
Sé su caballo y machaca el mundo,
que barra tu herradura de
enemigos la tierra.
A los otros caballos, a todos
los buscó
y cual si fuesen juncos, los
desjarretó a todos.
De cuanto atesoraban el jardín
y el palacio
muy pronto se alzó el humo.
Echó a la hoguera sedas,
dinares, perlas, joyas,
corona, espada, tiara y
cinturón.
(Consejos de Siawash a Faranguís
y sus predicciones, págs. 131-137.)
|
Garsiwaz miró a Goruy:
el injusto Goruy se dio la
vuelta;
llegó ante Siawash,
toda nobleza y pudor
desaparecieron.
Alzó la mano y agarró por el
pelo al rey;
humillándole, le arrastró por
el suelo ante el asombro de todos.
Siawash se quejó al Creador:
—Oh tú, superior al giro del
tiempo,
crea una rama de mi semilla
como el sol que ilumina la
reunión
que me vengue de estos enemigos
y haga renacer mi credo, mis
principios en el mundo,
que aprecie las artes, las
virtudes y la hombría de bien
y domine el mundo entero.
Le siguió, tras él, Pilsam.
Con lágrimas en los ojos y el
corazón apenado
le dijo Siawash: —Me despido de
ti.
Urdimbre es el mundo, sé tú
trama eternamente.
Saluda de mi parte a Pirán,
dile que el mundo se ha vuelto
de otro modo;
no esperaba algo así de Pirán,
su consejo fue como viento y yo
como sauce;
él me había dicho: con cien mil
jinetes armados y vestidos con
corazas,
si te dieran la espalda los
tiempos, estaré a tu lado
y a la hora del pasto, yo seré
tu pradera.
Ahora frente a Garsiwaz furioso
aquí,
así de pie humillado y sombría
el alma,
no veo a nadie amigo junto a mí
que solloce y que gima por mí.
Al pasar por la ciudad y por
entre la tropa
le llevaron arrastrando al
páramo con las manos atadas.
Aquella brillante daga de
Garsiwaz,
Goruy, el hijo de Zereh, la
tomó para derramar su sangre.
Derruyó al furioso elefante por
tierra,
no tuvo ni pudor ni temor de
aquel caudillo.
Goruy colocó un recipiente
dorado,
como a las ovejas le dobló la
cabeza,
tajó el cuello de aquel
plateado ciprés
y su sangre vertió en el
recipiente.
El recipiente con la sangre a
donde habían mandado,
Goruy, el hijo de Zereh, lo llevó
y lo volcó;
al instante brotó de la sangre
una planta,
donde fuera volcado aquel
recipiente.
Esa planta ahora te la puedo
enseñar:
su nombre es Sangre de los
Siawashes.
Cuando el sol se alejó del
tronco del ciprés,
durmiendo se quedó la cabeza
del rey.
¡Qué largo sueño! Pasó y pasó
el tiempo
y ni se movió nunca ni se
despertó.
Un viento con tenebroso polvo
negro
se levantó y cubrió el sol y la
luna.
Si está el trono vacío por
ausencia del rey,
no haya tampoco sol ni esté
erguido el ciprés.
A izquierda y a derecha, por
todas parte miro
y no encuentro que el mundo
tenga pies ni cabeza:
a uno que obra mal todo le sale
bien,
el mundo es siervo suyo, la
suerte le acompaña;
y otro que en la tierra no es sino bondadoso,
ése va y se marchita por culpa
de la pena.
No dejes que la angustia
acompañe a tu alma,
no apenes tu corazón en el
mundo eternamente,
porque es efímero y desacorde;
así ha sido, así es desde que
el mundo es mundo.
(Muerte de Siawash, págs. 157-161.)
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