Gusto de rememorar las anécdotas
que se relacionan con los libros que me trascienden porque siento que el
encuentro con ellos —del mismo modo en que uno se cruza con las personas— no es
fortuito. Aquella de cómo di con este libro es la siguiente.
El sábado 26 de enero de 2013 la
Gaceta Río Arriba presentaría su ejemplar correspondiente a
la “Guerra” (septiembre-octubre 2012, año II, número 2) en el Centro de
Creación Literaria Xavier Villaurrutia, ubicado en la colonia Condesa de la
Ciudad de México.
Yo concurriría porque había
mandado algunas fotografías que me publicaron generosamente, además de que
quería felicitar personalmente a los artífices de esta interesante propuesta.
Dispuse de mi tiempo para
asistir. Salí de casa con anticipación. Una vez que ubiqué el lugar, “hice
tiempo”, pues llegué a las once de la mañana —y la cita estaba prevista al
mediodía.
Cuando me acerqué a la
recepción para pedir informes —se me hizo raro que no hubiera gente—, sólo fue
para enterarme de que, efectivamente, la presentación se realizaría el 26 ¡y no
el 19 de enero!, día en que yo me presenté.
Al percatarme de que me había
confundido, les pedí que me permitieran pasar a la biblioteca a curiosear —de
cualquier modo ya me había despertado temprano. Accedieron.
Además de recorrer la pequeña,
pero sustanciosa exposición permanente del archivo de Xavier Villaurrutia en la
planta baja, revisé el acervo bibliográfico del lugar.
Ahí, entre otros ejemplares, conocí
físicamente los Aphorismytos
de Juan Carvajal. Un llamativo libro
amarillo que hojeé y leí rápidamente.
A partir de esto, contacté a Ediciones Sin Nombre, con el propósito de comprar el título —terminé adquiriendo tres
libros más del autor.
Durante la Feria del Zócalo del
año anterior (2012), me había allegado al puesto de la editorial referida, pero
no figuraba en su catálogo. El vendedor me prometió llevarlo al día siguiente —era
viernes, recuerdo; pero yo ya no pude asistir el sábado.
La semana pasada finalmente
tuve en mis manos el libro, y lo devoré en dos días.
En otra entrada de esta
bitácora ya había publicado algunos poemas breves de Juan Carvajal. Ahora toca el turno a una selección de sus aforismos.
Ahora que lo pienso —y después
de conocer la obra de Carvajal en su totalidad—, la erudición que esgrime en los
textos siempre se complementa con otro rasgo de su personalidad: el uso y
deformación de la fonética. Así, no resulta descabellado que al pronunciar el título
de su libro, uno escuche “aforismitos”, en tanto diminutivo de aforismos, como si
el autor le gastará una broma al lector desde “el más allá”.
En la solapa de Aphorismytos, publicado en 1988 por Ediciones Sin Nombre y Juan Pablos Editor se
apunta:
Durante ya bastante tiempo en el suplemento
Sábado del periódico Uno más Uno ha ido publicando, bajo el
título de “Aphorismytos”, extraños fragmentos que escapan a una descripción
genérica, en donde conviven ambiguamente (como se debe) el pastiche y la
parodia, el aforismo y la paráfrasis. [...] No hay que confundir estos Aphorismytos con aforismos, mitos de
Afrodita, nietos de Aphoría, ni con
juegos triviales de sinestesias, homofonías y aliteraciones —aunque no desdeñan
el sentido lúdico del asunto—; se trata de una escritura que pide una atención
distinta.
El escritor mexicano, Guillermo
Fadanelli, redactó un artículo en que evoca el libro: http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/53141.html
El
chiste está en otro lado.
Aquí nomás, rencordando.
Quería hacer una revista, pero
sólo logro hacer una arribista.
Para nadie era un secreto que él
era omniimpotente.
Epitafio:
Amó
el dolor, y fue correspondido.
A los gobernantes mexicanos
urge impartirles un nuevo curso: Teoría de la devolución humana.
Soy una sombra que se asombra
que sea sombra.
En la relación sexual, es el
amor quien dificulta las cosas.
Antes era mi mejor amigo, hoy
mi mejor enemigo (¿Ascenso de ambos?).
El que utiliza la palabra clown es un payaso.
Con puta es mejor que cómputo.
En las paredes de la capilla
había colgados muchos exjotos.
Destacó los mejores ángulos de
aquella virgen retratándola con una cámara pornográfica.
Se acabaron el humanismo, el
humanitarismo y los humanos. Quedamos sólo nosotros.
Nació entre ellos al instante
una enemistad llamada a ser duradera.
Su matrimonio era un eterno
círculo bilioso.
En su caso, lo que hacía era diseño trágico, porque no daba una.
Derrocho porque tengo poco
dinero; si tuviera mucho sería avaro.
Futuro: todos seremos el muerto
de otros.
Las mujeres prefieren ahí porque ahí hay un hueco; los hombres
prefieren allí porque allí hay un
falo.
México, el Infierno en este
paraíso.
Se puso a pelear con su hijo.
Perdió cuando le dijo: “Mi papá le gana al tuyo.”
Algunas mujeres tienen la
capacidad de mentirse a sí mismas tan absolutamente como lo hacen a los demás.
La difícil imposibilidad de ser
inteligente en una sociedad de estúpidos.
El que a mal árbol se arrima
pronto se le cae encima.
El cristianismo: una religión
que rechaza el fruto prohibido para quedarse con el fruto podrido.
Tú lo único que sabes hacer es
la crítica de la razón, ¡puta!
En aquel país la más alta
incidencia delictiva era: pleitos por pelitos.
Alemania quiere volver a ser
una nazión.
La cornada laboral, es cuando
alguien se coge a tu señora esposa en la oficina.
Las metáforas llegan solas en
esta época del año, “solitas caen”.
Lo conseguimos: los seres
humanos somos ahora ceros humanos.
¿Diocesano es una blasfemia, o
por ahí va?
Se estaba fumando un prurito.
Depuró y depuró, hasta
conseguir una perfecta, impoluta página en blanco.
Aquí el fin chistifica los Media.
Cuando el virgo se dio a la
verga todo fue de mujer a mejor.
“Ya subió todo”, dijo mi
cocinera. “¿También las tortillas?”, le pregunté. Entonces me dio una noticia
escalofriante: “No, porque las tortillas tienen suicidio.”
Sólo hay una cosa peor que
hacer el amor con seres inferiores, y es jugar con seres inferiores.
Dijo nuestro gran prócer: Me
entregaré gustoso al juicio de la prosperidad.
Ya no hay comunistas, pero
estamos rodeados de lugarcomunistas.
Casi todo lo que caracteriza
caricaturiza.
Lo apabulló desplegando ante él
un verdadero desfile de modos.
Un campesino dijo: “Está
plagiado de errores.” Como tantos libros.
Errata. Fulano
de Tal feneció el día tal de tal. Su esposa e hijas lo recuerdan con gran pene.
¿Errata?
Las iglesias son centros de
analfabetismo.
Era un puto de vista, de cerca
era mucho más.
Hay de escritores a excretores.
Gorrón y cuenta nueva.
Así ex la vida.
Un rico es un pobre con dinero.
Aciago yo las cosas.
Ella triunfó por seguir el
único consejo que le dio su madre: Jamás uses ropa inferior.
México: país de letrados que lo
ignoran todo y de analfabetos sabios.
Ese delicado ansía ano.
El único santo al que le rezo
se llama san Juan Autista.
Todo lo que mendigas será al
revés.
Lumpensadores.
Yo, por lo tonto, estoy
satisfecho.
El
imbécil
—Señor, lo busca una Musa.
—Dile que no tengo tiempo.
Estoy trabajando.
La muerte está echada.
Vivir como epicúreo, sentir
como trágico, pensar como lógico, escribir como épico, intuir como místico,
percibir como físico, recordar como cómico.
El vaso de vino devino divino.
En la Facultad:
—Vamos a tomar algo, ¿o tienes
clase?
—Es lo que menos tengo.
Di no a la reencarnación.
Al que nace pa’ escritor, del cielo le caen las hojas.
Ese músico tan conocido era un
hijo de la gran pauta.
¿Pena es el femenino de pene?
El pone el pene, ella la pena.
Un edificio de apareamientos.
Muerto el padre se acabó la
rabia.
El hombre alto le preguntaba al
pequeñito: ¿Pero, usted nació en ano?
Cuando se fue le dejó ingrato
sabor de boca.
Cuernavaquense. El
viejo chofer de taxi me contaba la muerte de su sobrino con voz lenta,
dificultosa: “Allí mismo lo indiointificaron, donde le pasó el occidente.”
—¿Por qué rompiste con tu novio
el diseñador?
—Por no gráfico.
Así debería ser: “Lo metieron a
la cárcel por tragicante.”
Me urge beber, pues estoy seco,
estoy peu d’eau.
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