Para Hugo Enrique Flores Raya,
quien con su particular visión recrea la de la fotografía.
En una etapa perdida en el tiempo en que comencé a leer y
escribir, gustaba de repasar los diccionarios y las enciclopedias como si
fueran “libros”.
Asimismo, en casa encontré la Autodidáctica Océano, que supongo
que mi padre compró, y comencé a desentrañarla.
Recuerdo que disfrutaba de diversas secciones: el diccionario
de sinónimos y antónimos, el vocabulario plurilingüe, las locuciones usuales, los
refranes y las frases célebres.
Gracias a este último apartado, supe de la existencia de
Enrique Jardiel Poncela, quien me sorprendió con su aforismo: “Todos los
hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.”
A partir de esta “simple” frase me interesé por el autor, y
en el decurso investigué sobre su trabajo.
Hay quien piensa que admirar a un escritor es venerarlo
ciegamente. Para mí la admiración —y esto se extiende a las personas con las
que convivo a diario— estriba en aceptar que los seres humanos poseen matices.
Es decir, que no son ni luz ni sombra.
Bajo esta premisa, hay partes de su obra con la cual nos
sentimos más identificados, basados casi siempre en las preferencias
personales.
Mis textos preferidos respecto de Jardiel son los aforismos
porque detrás de ese aparente “humorismo”, se contienen la
reflexión y el conocimiento diario tanto de la sociedad como de los individuos
que la conforman.
No es fortuito, por ejemplo, que el autor a quien se dedica esta entrada fuera
atacado por la crítica de su tiempo al ser incomprendido, pues su visión hería
los sentimientos más sensibles, a tal grado de que posteriormente tuvo
problemas con la censura franquista.
Por cierto, siempre ha sido muy conveniente tildar de
“cómicos”, “humoristas”... a autores que estimulan la risa por medio de la
palabra porque así se les relega, desestimando su crítica.
Sin embargo, quien repare concienzudamente en la obra
jardielana descubrirá la lucidez de un hombre que con su in-genio trascendió el
humor.
Para quien esté interesado en conocer más de la vida y la
obra del escritor, los remito a la página elaborada por sus nietos, Carlos
Dorrell Jardiel y Enrique Gallud Jardiel: Enrique Jardiel Poncela, Maestro del humor.
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952).
Nació y murió en Madrid. Escritor y dramaturgo español que también fungió como
guionista.
La compañía Fox lo contrató para realizar la versión
en español de algunas de sus películas.
Sobre esta etapa, el autor
escribió: “En Hollywood pasé la mitad del tiempo tumbado sobre la arena mirando
las estrellas y la otra mitad tumbado sobre las estrellas mirando la arena.”
Como aforista destaca el libro
de 1937, Máximas mínimas, donde vuelca
su perspicacia en frases breves.
En el fondo de todo humorismo hay desprecio.
1.
Este aforismo deslumbrador que yo lancé hace bastantes años a
la circulación ha tenido tanto éxito que yo mismo me he visto obligado a
elogiarlo varias veces: todas las que lo he visto publicado con la firma de
otro escritor cuidadosamente puesta debajo.
2.
Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio es un
conjunto de males.
3.
Todos los hombres que no tienen nada importante que decir
hablan a gritos.
4.
Al llevar al lado una mujer linda los amigos hallados en la calle
tienen siempre más cosas que decir que cuando vamos solos.
5.
El amor es un punto de acuerdo entre un hombre y una mujer
que están en desacuerdo en todo lo demás.
6.
El hombre rara vez es sincero cuando afirma haber obtenido
los favores de una mujer; la mujer rara vez es sincera cuando niega haber concedido
sus favores a un hombre.
7.
El pudor es un sólido que sólo se disuelve en alcohol o en
dinero.
8.
La estupidez es una asociación internacional.
9.
Hay una moralidad sexual y otra económica; la primera se
derrumba ante la segunda, y la segunda se derrumba ante la primera.
10.
La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que
todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos.
11.
La experiencia es una enfermedad que no se contagia.
12.
En cuestiones de arte, la opinión ajena debe escucharse
siempre y no obedecerse nunca.
13.
La Historia y la Filosofía se diferencian en que la Historia
cuenta cosas que no conoce nadie con palabras que sabe todo el mundo, en tanto
que la Filosofía cuenta cosas que sabe todo el mundo con palabras que no conoce
nadie.
14.
El hombre es el animal que más se parece al hombre.
15.
La muerte tiene una sola cosa agradable: las viudas.
16.
Los muertos, por mal que lo hayan hecho, siempre salen en
hombros.
17.
La experiencia es una enfermedad que no se contagia.
18.
La sociedad es un organismo podrido que se conserva bajo el
hielo de la hipocresía.
19.
La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo.
20.
Ser moral es aburrirse gratis.
21.
Hay dos sistemas de conseguir la felicidad: uno, hacerse el
idiota; otro, serlo.
22.
De lejos todo parece más pequeño, a excepción del hombre
inteligente, que de lejos parece mayor.
23.
El amor es como los columpios, porque casi siempre empieza
siendo diversión y casi siempre termina dando náuseas.
24.
El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.
25.
Socialmente la mayor habilidad consiste en no tener la menor
habilidad.
26.
Sólo son humildes los que pueden ser soberbios.
27.
La intimidad de los morales es la más libertina.
28.
Cuando una mujer asegura que su marido “no la comprende” hay
que entender que busca otro que la comprenda.
29.
Las mujeres casadas tienen un defecto más que las solteras:
el marido.
30.
El que satisface sexualmente a una mujer es su dueño; el que
no la satisface sexualmente es su esclavo.
31.
Lo que más seduce a una mujer honesta es una deshonestidad
dicha al oído.
32.
La Historia es la mentira encuadernada.
33.
El amor es una comedia en un acto: el sexual.
34.
Un beso dado a una mujer lo mismo puede conducir a la
felicidad que al matrimonio.
35.
Los solteros saben que todos los matrimonios son
desgraciados; los casados creen que el único matrimonio desgraciado es el suyo.
36.
Las mujeres, como las espadas, cuando más respeto inspiran es
cuando están desnudas.
37.
El pasado amoroso del hombre le sirve a la mujer de garantía;
el pasado amoroso de la mujer le sirve al hombre de desesperación.
38.
Los tontos no quieren más que a los que les adulan, y los
listos, ni a esos.
39.
No existe más que una cosa que produzca más daño que la
mentira: la verdad.
40.
Es más caro vestir a una mujer que desnudarla.
41.
Lo más que se puede aspirar de una mujer que tenga los ojos
negros, verdes o azules es a que los ponga en blanco.
42.
Aconsejar amistosamente es querer que hagan los demás lo que
no haríamos jamás nosotros mismos.
43.
Cuando mejor se finge es cuando lo que se finge se finge de
verdad.
44.
El médico de cabecera está siempre a los pies de la cama.
45.
El vicio es lo que más arruga.
46.
En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría
de los sueños se roncan.
47.
La principal virtud del trabajo es la de hacer olvidar que se
vive.
48.
Lo único que no se ve es lo que está al alcance de la vista.
49.
No se sabe nada de la muerte: en el “más allá” hay censura
gubernativa.
50.
El hombre se hace feminista cuando no sabe ya cómo agradar a
las mujeres. La mujer se hace feminista cuando ya no sabe cómo agradar a los
hombres.
Gracias por la inserción de los textos de mi abuelo. Un saludo.
ResponderEliminar—¡Con qué agradabilísima noticia me encontré el día de hoy al revisar mi correo electrónico, Señor Gallud Jardiel!
EliminarAgradezco sinceramente sus palabras. Únicamente deseo comentarle que su abuelo es una de las más notables influencias en mi vida como lector y escritor.
Su mensaje me llevó a revisar esta entrada y corregí algunos errores. Asimismo, me tomé la libertad de agregar el vínculo de su magnífica bitácora, con el propósito de que las personas que visiten el mío dispongan de un panorama más amplio de la obra al dirigirse al suyo. Después de todo, lo que importa es difundir el legado de Enrique Jardiel Poncela.
Le mando un saludo cordial desde México.