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viernes, 13 de julio de 2012

Cincuenta aforismos de Enrique Jardiel Poncela (1901-1952).



Para Hugo Enrique Flores Raya,
quien con su particular visión recrea la de la fotografía.








En una etapa perdida en el tiempo en que comencé a leer y escribir, gustaba de repasar los diccionarios y las enciclopedias como si fueran “libros”.

Asimismo, en casa encontré la Autodidáctica Océano, que supongo que mi padre compró, y comencé a desentrañarla.

Recuerdo que disfrutaba de diversas secciones: el diccionario de sinónimos y antónimos, el vocabulario plurilingüe, las locuciones usuales, los refranes y las frases célebres.

Gracias a este último apartado, supe de la existencia de Enrique Jardiel Poncela, quien me sorprendió con su aforismo: “Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.”

A partir de esta “simple” frase me interesé por el autor, y en el decurso investigué sobre su trabajo.

Hay quien piensa que admirar a un escritor es venerarlo ciegamente. Para mí la admiración —y esto se extiende a las personas con las que convivo a diario— estriba en aceptar que los seres humanos poseen matices. Es decir, que no son ni luz ni sombra.

Bajo esta premisa, hay partes de su obra con la cual nos sentimos más identificados, basados casi siempre en las preferencias personales.

Mis textos preferidos respecto de Jardiel son los aforismos porque detrás de ese aparente “humorismo”, se contienen la reflexión y el conocimiento diario tanto de la sociedad como de los individuos que la conforman.

No es fortuito, por ejemplo, que el autor a quien se dedica esta entrada fuera atacado por la crítica de su tiempo al ser incomprendido, pues su visión hería los sentimientos más sensibles, a tal grado de que posteriormente tuvo problemas con la censura franquista.

Por cierto, siempre ha sido muy conveniente tildar de “cómicos”, “humoristas”... a autores que estimulan la risa por medio de la palabra porque así se les relega, desestimando su crítica.

Sin embargo, quien repare concienzudamente en la obra jardielana descubrirá la lucidez de un hombre que con su in-genio trascendió el humor.


Para quien esté interesado en conocer más de la vida y la obra del escritor, los remito a la página elaborada por sus nietos, Carlos Dorrell Jardiel y Enrique Gallud Jardiel: Enrique Jardiel Poncela, Maestro del humor.








Enrique Jardiel Poncela (1901-1952). Nació y murió en Madrid. Escritor y dramaturgo español que también fungió como guionista.

La compañía Fox lo contrató para realizar la versión en español de algunas de sus películas.

Sobre esta etapa, el autor escribió: “En Hollywood pasé la mitad del tiempo tumbado sobre la arena mirando las estrellas y la otra mitad tumbado sobre las estrellas mirando la arena.”

Como aforista destaca el libro de 1937, Máximas mínimas, donde vuelca su perspicacia en frases breves.






En el fondo de todo humorismo hay desprecio.





1.
Este aforismo deslumbrador que yo lancé hace bastantes años a la circulación ha tenido tanto éxito que yo mismo me he visto obligado a elogiarlo varias veces: todas las que lo he visto publicado con la firma de otro escritor cuidadosamente puesta debajo.


2.
Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio es un conjunto de males.


3.
Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.


4.
Al llevar al lado una mujer linda los amigos hallados en la calle tienen siempre más cosas que decir que cuando vamos solos.


5.
El amor es un punto de acuerdo entre un hombre y una mujer que están en desacuerdo en todo lo demás.


6.
El hombre rara vez es sincero cuando afirma haber obtenido los favores de una mujer; la mujer rara vez es sincera cuando niega haber concedido sus favores a un hombre.


7.
El pudor es un sólido que sólo se disuelve en alcohol o en dinero.


8.
La estupidez es una asociación internacional.


9.
Hay una moralidad sexual y otra económica; la primera se derrumba ante la segunda, y la segunda se derrumba ante la primera.


10.
La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos.


11.
La experiencia es una enfermedad que no se contagia.


12.
En cuestiones de arte, la opinión ajena debe escucharse siempre y no obedecerse nunca.


13.
La Historia y la Filosofía se diferencian en que la Historia cuenta cosas que no conoce nadie con palabras que sabe todo el mundo, en tanto que la Filosofía cuenta cosas que sabe todo el mundo con palabras que no conoce nadie.


14.

El hombre es el animal que más se parece al hombre.


15.
La muerte tiene una sola cosa agradable: las viudas.


16.
Los muertos, por mal que lo hayan hecho, siempre salen en hombros.


17.
La experiencia es una enfermedad que no se contagia.


18.
La sociedad es un organismo podrido que se conserva bajo el hielo de la hipocresía.


19.
La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo.


20.
Ser moral es aburrirse gratis.


21.
Hay dos sistemas de conseguir la felicidad: uno, hacerse el idiota; otro, serlo.


22.
De lejos todo parece más pequeño, a excepción del hombre inteligente, que de lejos parece mayor.


23.
El amor es como los columpios, porque casi siempre empieza siendo diversión y casi siempre termina dando náuseas.


24.
El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.


25.
Socialmente la mayor habilidad consiste en no tener la menor habilidad.


26.
Sólo son humildes los que pueden ser soberbios.


27.
La intimidad de los morales es la más libertina.


28.
Cuando una mujer asegura que su marido “no la comprende” hay que entender que busca otro que la comprenda.


29.
Las mujeres casadas tienen un defecto más que las solteras: el marido.


30.
El que satisface sexualmente a una mujer es su dueño; el que no la satisface sexualmente es su esclavo.


31.
Lo que más seduce a una mujer honesta es una deshonestidad dicha al oído.


32.
La Historia es la mentira encuadernada.


33.
El amor es una comedia en un acto: el sexual.


34.
Un beso dado a una mujer lo mismo puede conducir a la felicidad que al matrimonio.


35.
Los solteros saben que todos los matrimonios son desgraciados; los casados creen que el único matrimonio desgraciado es el suyo.


36.
Las mujeres, como las espadas, cuando más respeto inspiran es cuando están desnudas.


37.
El pasado amoroso del hombre le sirve a la mujer de garantía; el pasado amoroso de la mujer le sirve al hombre de desesperación.


38.
Los tontos no quieren más que a los que les adulan, y los listos, ni a esos.


39.
No existe más que una cosa que produzca más daño que la mentira: la verdad.


40.
Es más caro vestir a una mujer que desnudarla.


41.
Lo más que se puede aspirar de una mujer que tenga los ojos negros, verdes o azules es a que los ponga en blanco.


42.
Aconsejar amistosamente es querer que hagan los demás lo que no haríamos jamás nosotros mismos.


43.
Cuando mejor se finge es cuando lo que se finge se finge de verdad.


44.
El médico de cabecera está siempre a los pies de la cama.


45.
El vicio es lo que más arruga.


46.
En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría de los sueños se roncan.


47.
La principal virtud del trabajo es la de hacer olvidar que se vive.


48.
Lo único que no se ve es lo que está al alcance de la vista.


49.
No se sabe nada de la muerte: en el “más allá” hay censura gubernativa.


50.
El hombre se hace feminista cuando no sabe ya cómo agradar a las mujeres. La mujer se hace feminista cuando ya no sabe cómo agradar a los hombres.

2 comentarios:

  1. Gracias por la inserción de los textos de mi abuelo. Un saludo.

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    1. —¡Con qué agradabilísima noticia me encontré el día de hoy al revisar mi correo electrónico, Señor Gallud Jardiel!
      Agradezco sinceramente sus palabras. Únicamente deseo comentarle que su abuelo es una de las más notables influencias en mi vida como lector y escritor.
      Su mensaje me llevó a revisar esta entrada y corregí algunos errores. Asimismo, me tomé la libertad de agregar el vínculo de su magnífica bitácora, con el propósito de que las personas que visiten el mío dispongan de un panorama más amplio de la obra al dirigirse al suyo. Después de todo, lo que importa es difundir el legado de Enrique Jardiel Poncela.
      Le mando un saludo cordial desde México.

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