Bitácora de literatura: traducción de poesía, sátiras, poemas, fábulas, epístolas, epigramas, aforismos, crónicas, antologías...

martes, 25 de junio de 2013

Epigramas pugilísticos de Lucilio en la Antología Palatina.

Epigramas pugilísticos de Lucilio en la Antología Palatina
Introducción, notas y versiones de César Abraham Navarrete Vázquez





Para mi hermana.





Hace algunos años, mientras estudiaba griego antiguo en la Universidad Pontificia de México, traduje algunos epigramas de la Antología Palatina. Después de mucho tiempo vuelvo a este ejercicio, esperando que los textos esclarezcan el pasado de una actividad tan seguida en la actualidad: el boxeo.






El pugilato en la antigüedad






Ánfora panatenaica con escena de pygmaquia, 
la “lucha de los puños”.
Aproximadamente del 336 a. C.





La primera referencia escrita sobre el pugilismo —πυγμαχία, pygmakía: lucha de puños— de que se dispone data del siglo ocho antes de Cristo, y se debe al poema homérico de la Ilíada (XXXIII, 651-699), en traducción de Rubén Bonifaz Nuño, a partir del 683, en que se narra la lucha entre Epeo y Euríalo:


Primero le presentó el cinturón, y enseguida
le donó bien cortadas correas de toro salvaje.
Y ambos, en ciñéndose, fueron a mitad de la liza,
y en alzando al frente las robustas manos a una,
arremetieron, y se les mezclaron, pesadas, las manos.
Terrible estruendo de quijadas se hizo, y corría el sudor
doquier de sus miembros; y se alzó Epeo divino,
y la mejilla, al que en torno miraba, golpeó, y ya no mucho
se sostuvo, pues se le rindieron los miembros preclaros.
Como cuando un pez es volteado, al hincharse el mar bajo el Bóreas,
en la orilla cubierta de algas, y lo envolvió una gran ola,
así él se volteó al ser tundido. Empero, el magnánimo Epeo
lo alzó, asido en sus manos, y sus compañeros, cercándolo,
lo guiaron, arrastrando él los pies, a través de la liza,
sangre densa escupiendo, echando a un lado la testa,
y guiándolo desvanecido, lo pusieron entre ellos,
y ellos mismos, en yéndose, la copa doble cuidaron.






Detalle de púgiles. Uno de los adversarios

levanta el dedo en señal de rendición.





La tradición apunta que esta práctica se introdujo en el programa de los Juegos Olímpicos en el año 688 a.C. —la primera Olimpiada se sitúa históricamente en el 776, aunque hay elementos que señalan un origen anterior—, siendo Onomastos de Esmirna el campeón inaugural, y a quien se atribuye su reglamento básico: la prohibición de abrazar, rasguñar y morder. Si alguien violaba dichas reglas, un oficial blandía a la distancia una larga vara bifurcada para fustigar al infractor.






Detalle de ánfora en que, al igual que en la ilustración anterior,

uno de los combatientes se rinde al levantar el dedo índice.
Aproximadamente del año 500 a. C.





Al tratarse de un evento sin límite de tiempo establecido, el pugilato era una actividad extenuante en que los contrincantes terminaban seriamente lastimados, después de combatir incluso durante un día entero. El resultado dependía de la rendición —levantando el dedo índice— o la pérdida de sentido —cuando no la muerte— de uno de los participantes: refiere un proverbio griego que “una victoria de pugilato sólo se logra con sangre”.

Al igual que el pancracio, el pugilato se llevaba a cabo sobre una skamma, superficie de tierra batida cuya dimensión determinaban los jueces.






Fresco de los Niños púgiles, originalmente ubicado en el sector B

de la casa Xeste 3 de Akrotiri, Santorini.
Museo Arqueológico Nacional de Atenas.  





Los hymantes, correas de cuero curtido de cuatro metros de longitud, fungían como precursor de los guantes. Cada púgil decidía su uso: unos se envolvían las manos, otros los nudillos, e incluso algunos otros peleaban sólo con una mano enrollada tal como lo muestra el fresco de los Niños boxeadores, hallado en Thera: Santorini.

Los púgiles combatían desnudos. Esparcían sobre su cuerpo una delgada capa de arena, una vez que se habían untado con aceite.






Detalle de escultura donde se muestra el antecedente del guante de boxeo.





En el siglo IV a. C. los griegos desarrollaron unos guantes con mayor dureza exterior, pero acolchonados en el interior, a los que llamaron sphairai o episphairai, empleados originalmente para entrenar, y que después usaron en el combate. El entrenamiento se llevaba a partir del golpeo de korykos, sacos llenos de arena, mijo o harina.






Caestus, modelo antiguo de guante, con incrustaciones de metal,
con que los púgiles infligían gran daño a sus oponentes.





En la época romana, los pugilistas, quienes ya usaban calzoncillo, se enrollaban correas de piel en las manos, a las cuales se les denominaba “hormigas” —Lucilio alude a ellas en el epigrama 78 del Libro XI de la Antología Palatina— por las dolorosas picaduras que causaban, y le incorporaron piezas de metal. A este modelo se le llamó caestus.

El historiador Dion Crisóstomo, en sus Discursos 28 y 29, elogió al púgil Melankómas —con quien el emperador Tito sostuvo una escandalosa relación, según Temistio.  



Los epigramas pugilísticos de la Antología Palatina






El pugilista, Púgil en reposo o Púgil de las Termas.
Museo Nacional Romano. 





Como otros epigramas dedicados a atletas que figuran en el libro XI de la Antología Palatina, estos textos sobre pugilistas, que van del 75 al 81 —el único que no traduje fue el 78, dedicado a Apolófanes por considerarlo soso y que requeriría de más notas explicativas que superarían en extensión al poema mismo—, son parodias de las fórmulas e inscripciones agonísticas —es decir aquellas dedicadas a los certámenes, luchas y juegos públicos—, donde se exaltaban las cualidades de los vencedores. Las asociaciones atléticas solían erigir dichas estatuas —el geógrafo e historiador griego, Pausanias, ofrece una descripción de las estatuas dedicadas a los atletas en el Libro VI de su Descripción de Grecia. La efectividad de estos epitafios estriba en que en vez de enumerar sus triunfos, se repasan sus fracasos y pérdidas.



Lucilio






Detalle de las manos de El púgil, cubiertas por 
μάντες,
hymantes, correas de cuero.





Algunas hipótesis identifican a nuestro autor con el destinatario de las Cartas de Lucio Anneo Séneca, y otras con el gramático Lucilo de Tarra. Lo cierto es que la información más fidedigna es la que ofrecen sus propios epigramas, de los cuales se infiere que vivió en la época de Nerón —siglo I d.C.—, y que era uno de los muchos graeculi —término peyorativo, acuñado por el orador Cicerón, para los griegos que buscaban dinero y protección de las clases pudientes romanas, ofreciendo sus servicios como instructores de poesía y filosofía— a los que favoreció el emperador.

Si bien Lucilio exagera los rasgos de los personajes y sus acciones, prestando atención a los detalles pueden extraerse elementos cotidianos de la sociedad de su tiempo.

Se conservan 150 epigramas satíricos de su autoría.



Sobre la traducción

Comencé por traducir textualmente los epigramas que a continuación presento. Como lo he puntualizado en otro lugar, siempre prepondero la literalidad sobre la reinterpretación; sin embargo, a medida de que avanzaba en este ejercicio, me percaté de que, dado el carácter tanto de la obra como del autor, así por los juegos de palabras de los que se vale, una traducción libre sería más apropiada, ya que me permitiría prescindir de algunas partículas cuya función en el texto original es indispensable, mas no en nuestra lengua.

De este modo, trabajé las traducciones directas, y una vez terminadas, me avoqué a realizar las versiones que se leerán. Esta licencia me permitió mayor fluidez en español, además de que, siguiendo el ejemplo del propio Lucilio, me valí de la jerga pugilística para infundirle mayor verosimilitud y actualidad.

Como aficionado al boxeo, he conocido narraciones de comentaristas mexicanos, argentinos, cubanos..., que si bien comparten idioma, finalmente aflora la cultura de cada cual.

Traté, en la medida de mis posibilidades, de usar términos que comprendiera cualquier hispanohablante —cuando lo consideré oportuno, realicé algún guiño a este deporte en mi país. También decidí respetar aquellos como púgil y sus derivaciones —que a las personas de este tiempo les resultan familiares si las entiende como metáforas— porque, después de todo, se relacionan con un período concreto.

En cuanto a las notas al pie, las hay de dos tipos. Las primeras explicitan el contexto del epigrama, en tanto que las segundas son explicaciones sobre mis versiones.

El texto en griego proviene de The Greek Anthology. with an English Translation by. W. R. Paton. London. William Heinemann Ltd. 1926. 4.






Detalle de la cara de El pugilista.





Epigramas pugilísticos de Lucilio



75.

οτος νν τοιοτος λυμπικς εχε, Σεβαστέ,
ῥῖνα, γένειον, φρν, τάρια, βλέφαρα:
ετ πογραψάμενος πύκτης πολώλεκε πάντα,
στ κ τν πατρικν μηδ λαβεν τ μέρος:
εκόνιον γρ δελφς χων προενήνοχεν ατο,                
κα κέκριτ λλότριος, μηδν μοιον χων.

75.
[A Olímpico]

Éste que ahora ves como Olímpico, Augusto,
tenía nariz, mentón, cejas, orejitas, párpados:
después se inscribió en el pugilato, y lo perdió todo,
de modo que no pudo hacerse de su parte de herencia.
Así pues, su hermano presentó un retrato suyo como prueba,
y los jueces fallaron que era un extraño que ni siquiera se parecía.

__________
Con el nombre del personaje del epigrama se alude burlescamente a los Juegos Olímpicos que, como su nombre lo indica, se celebraban en Olimpia.
Lucilio presenta a su protector, el emperador Nerón, como un participante de esta competencia. El historiador, Suetonio, en Los doce césares (Nerón, XXXIX) refiere la benevolencia que el genocida tuvo para aquellos que lo atacaron mediante epigramas tanto en griego como en latín, a diferencia, por ejemplo, de Calígula (XXVII), quien mandó a quemar en el anfiteatro a un autor que escribió un verso equívoco.
El adjetivo griego σεβαστιάς, sebastiás, equivalía al latín «Augusto». Una traducción aproximada del término es «honrado» o «venerado».

En el verso final agregué «jueces», y opté por «fallar» en vez de «resolver», en el contexto jurídico del epigrama que se presta para ello.





76.

ύγχος χων τοιοτον, λυμπικέ, μήτ π κρήνην
λθς, μήτ νόρα πρός τι διαυγς δωρ.
κα σ γάρ, ς Νάρκισσος, δν τ πρόσωπον ναργές,
τεθνήξ, μισν σαυτν ως θανάτου,

76.
[A Olímpico]

Con semejante hocico, Olímpico, no te puedes dirigir
hacia la fuente, ni allegarte cerca del agua diáfana.
También tú, sin duda, como Narciso, al ver tu rostro real,
sucumbirás, odiándote a ti mismo hasta la muerte.

__________
Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespia, era un mancebo hermoso que rechazó a Eco, ninfa que había sido maldecida por Hera. Némesis lo castigó, haciendo que se enamorara de su propia imagen reflejada en el agua. En el lugar donde Narciso se ahogó, creció una hermosa flor. En las Metamorfosis (III, 339-510) de Ovidio se puede consultar esta versión.

El verbo en griego significa «morir, caer en el combate». Así, opté por «sucumbir». 





77.

εκοσέτους σωθέντος δυσσέος ες τ πατρα
γνω τν μορφν ργος δν κύων:
λλ σ πυκτεύσας, Στρατοφν, π τέσσαρας ρας,
ο κυσν γνωστος, τ δ πόλει γέγονας.
ν θέλς τ πρόσωπον δεν ς σοπτρον αυτο,
‘οκ εμ Στρατοφν’, ατς ρες μόσας.

77.
[A Estratofonte]

Cuando Odiseo regresó a salvo a su patria
después de veinte años, su perro, Argos,
lo reconoció al ver su aspecto.
Pero tú, Estratofonte, después de pelear
cuatro horas, no te volviste irreconocible
para los perros, aunque sí para las personas.
Si quisieras mirar tu propio rostro en el espejo,
tú mismo dirías: “Juro que no soy Estratofonte.”

__________
Odiseo pasó veinte años lejos de Ítaca: diez durante la Guerra de Troya, y otros diez tratando de regresar a su patria. El pasaje al que alude el epigrama se localiza en la Odisea (Canto XVII, 290-327), donde el viejo perro de Odiseo, Argos, tumbado en el estiércol y lleno de pulgas, lo reconoce bajo su disfraz de mendigo, antes de mover la cola y perecer.

En el texto original hay un juego de palabras, basado en el cambio de espíritu entre el «período natural de tiempo» (ρας) y «cuidado» que, evidentemente, se pierde al traducirlo al español.
El verbo griego significa «pelear a puñetazos». Sobreentendí los puñetazos y opté por «pelear» simplemente.
Preferí «personas» a «ciudad».





79.

πύκτης ν κατέλυσε Κλεόμβροτος: ετα γαμήσας
νδον χει πληγν σθμια κα Νέμεα,
γραν μαχίμην, τύπτουσαν λύμπια, κα τ παρ ατ
μλλον δεν φρίσσων ποτε τ στάδιον.
ν γρ ναπνεύσ, δέρεται τς παντς γνος
πληγάς, ς ποδ: κν ποδ, δέρεται.

79.
[A Cleómbroto]

El púgil Cleómbroto se retiró. Pero, después de casarse,
recibe en su hogar los golpes de Istmia y Nemea
de una vieja combativa que pega como en Olimpia;
y al sentir lo que soporta junto a sí se estremece más
de lo que lo hizo alguna vez en el estadio.
Si descansa, lo despelleja a golpes para que pelee,
y si rehúye el combate cuerpo a cuerpo, lo desuella.

__________
Cleómbroto significa «la gloria de los mortales», y remite a un personaje histórico: Cleómbroto I, rey de Esparta de 380 a 371 a.C., tristemente recordado por la derrota que sufrió el último año de su vida ante los tebanos —a quienes superaba por 3, 000 soldados— en Leuctra, lo que supuso el surgimiento de Tebas.
Alusión a los Juegos Panhelénicos de la antigua Grecia: El autor se refiere a ellos a partir de sus nombres poéticos. Éstos eran: Olímpicos, juegos deportivos celebrados en Olimpia; Píticos, juegos poéticos, celebrados en Delfos; Nemeos, competencia de jinetes celebrada en Argos; e Ístmicos, celebrados en Corinto.

Como lo mencioné al principio, traté de dotar al texto con un lenguaje boxístico, manteniendo los sentidos doméstico y sexual que privan en el original. El hallazgo en la traducción del verbo pelear, el cual al conjugarse fonéticamente se semeja a pelar, evidencia mi intención. En el verso final agregué el «cuerpo a cuerpo», que remite a la frase «la lucha de cuerpo a cuerpo, y cara a cara» del “Doctor” Alfonso Morales, uno de los cronistas boxísticos más experimentados de México, así como al viejo tópico del amor como guerra.





80.

ο συναγωνιστα τν πυγμάχον νθάδ θηκαν
πιν οδένα γρ πώποτ τραυμάτισεν.

80.
[Al pugilista Apis]

Los compañeros de batalla erigimos aquí una estatua al púgil
Apis, pues nunca golpeó a nadie en modo alguno.

__________
Apis, el toro sagrado, era un dios solar de la fertilidad, posteriormente asimilado con la Muerte. De acuerdo con el historiador Suetonio, se experimentó una simpatía por lo egipcio durante el reinado de Nerón. Marcial en los Epigramas y Juvenal en las Sátiras también darán cuenta de ello. 

A pesar de su brevedad, este epigrama es pródigo en burlas. Por ejemplo, dedicarle una estatua a un boxeador que jamás lastimó a nadie por parte de sus contrincantes.





81.

πσαν σαν λληνες γονοθετοσιν μιλλαν
πυγμς νδρόλεως πσαν γωνισάμαν.
σχον δ᾿ ν Πίσ μν ν τίον, ν δ Πλαταιας
ν βλέφαρον· Πυθο δ᾿ πνοος κφέρομαι·
Δαμοτέλης δ᾿ πατρ καρύσσετο σν πολιήταις
ραι μ᾿ κ σταδίων νεκρν κολοβόν.

81.
[A Androleo]

En todos los Juegos que los griegos organizaron
con pruebas pugilísticas, yo, Androleo, contendí:
En Pisa gané una orejita, en Platea perdí un párpado;
en Pitón se me levantó exánime. Mi padre, Damóteles,
y mis conciudadanos, anunciaron que siempre
salí del estadio en hombros: muerto o maltrecho.

__________
El pugilato formaba parte del programa de los antiguos Juegos Olímpicos junto a las carreras, el pentatlón, la lucha libre, el pancracio y los ecuestres.

La traducción textual de este verbo es «tener». Aunque pude traducir «obtener» como símbolo de victoria, opté por «ganar», y agregar, por contraste, «perder», en el siguiente enunciado.
«Sacar» sería la traducción literal, aunque otra de sus acepciones es «llevar a enterrar». Yo preferí «levantar».
La literalidad señala «sacar fuera del estadio». Pero yo quise resaltar el carácter irónico del epigrama, y traduje «salir del estadio en hombros».

Opté por «maltrecho»: maltratado, malparado, de acuerdo con la definición del DRAE, aunque el término más directo fuera «mutilado».

4 comentarios:

  1. Llama la atención cómo el género epigramático se presta principalmente para aludir a los derrotados. Muy interesantes, tanto la nota como tu traducción.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. —Muchas gracias por disponer de tu valioso tiempo para comentar, Digitígrado. Concuerdo plenamente contigo, y por ello el epigrama satírico es mi género predilecto, ya que le da voz a aquellos que no la tienen de otro modo —lo paradójico y terrible, es que se las brinda a partir de la exaltación de sus vicios y defectos. Te mando un saludo cordial.

      César Navarrete.

      Eliminar
  2. AMOR YA SABES QUE SOY TU PRIMERA LECTORA Y ADMIRADORA DE TODO LO QUE PUBLICAS Y ME SIENTO COMO MAMÁ GALLINA AL DARME CUENTA, TODO LO QUE HAY EN TU CABECITA, LO QUE HAS LOGRADO AL VIAJAR, LEER Y ADQUIRIR TANTOS CONOCIMIENTOS QUE ADEMAS NOS LOS COMPARTES. TE FELICITO POR TODO ESTE ESFUERZO QUE HACES PARA COMPARTIRLO CON TODOS LOS QUE TE ADMIRAMOS Y TE LEEMOS Y ME CONSTA TU ESFUERZO, TUS DESVELADAS Y TODO LO QUE OBSERVO QUE HACES PARA TENER TANTOS CONOCIMIENTOS Y DE TAN VARIADOS TEMAS. TE AMO INFINITAMENTE Y TE ADMIRO. LO QUE LAMENTABLEMENTE NO PODRAS DEJAR DE HACER ES ESO QUE TANTO DETESTAS QUE ES BARRER , TRAPEAR Y ARREGLAR TU CUARTO. AUNQUE SE QUE ESO TAMBIEN TE DEJARA CONOCIMENTOS Y PODRAS ESTAR EN UN AMBIENTE MUY AGRADABLE, LO QUE TE PERMITIRA LOGRAR AUN MAS IDEAS Y CONOCIMIENTOS . TE AMA EL NIÑO.

    ResponderEliminar
  3. Excelente documentación César; además, muy bien seleccionada, ya que logras dotarla de belleza. Me gustó mucho y me pareció muy interesante. Creo que ya es hora de que compiles tu trabajo y vayas por una publicación editorial. ¡Mil gracias!

    ResponderEliminar