Para Osvaldo Rocha,
mi gratitud por sus magníficas traducciones,
las cuales me han revelado una tradición antiquísima.
Hace algunos meses, al escuchar uno de los programas del finado Ernesto de la Peña dedicado a Robin Hood, surgió en mí la curiosidad de indagar en las fuentes originales.
Acudí a la librería y, como suele suceder, me olvidé de mi propósito inicial, y adquirí ejemplares que, estrictamente, en nada se relacionaban con el héroe, al cual tarde o temprano llegaré.
En cambio, sí entré en contacto con la tradición germánica antigua: Beowulf, las sagas de los Groenlandeses y Erik el Rojo, así como las denominadas “Sagas artúricas” han sido mis lecturas más recientes. Pero la obra que más me cautivó —además del poema sajón del guerrero gauta—, sin lugar a dudas, fue la Edda Mayor —en especial los cantos mitológicos escandinavos.
Para esta entrada sopesé si seleccionaría un solo poema íntegro, o si transcribiría fragmentos de varios —en lo personal, mi texto favorito fue El Canto de Hárbard. Opté por la primera, debido a que en el último lapso ha habido un resurgimiento —indirecto, a partir del cine— de las temáticas de esta región: El Señor de los Anillos, Beowulf, Thor..., y me interesa que se disponga de un poco más de información “fidedigna” al respecto.
Völuspá o La Visión de la Adivina es el texto más difundido de la poesía éddica. El poeta inglés W. H. Auden, junto a Paul Beekman Taylor, realizó una traducción: La canción de la Sibila.
Un vínculo a la traducción y comentarios de Henry A. Bellows (en inglés): http://www.sacred-texts.com/neu/poe/poe03.htm
Otro a un conjunto de ilustraciones que Emile Doepler realizó para el libro Walhall: Die Götterwelt der Germanen, “Valhalla: el mundo de los dioses germanos” de Wilhelm Ranisch (en ingles): http://www.germanicmythology.com/works/DOEPLERART.html
Jorge Luis Borges, quien por su interés en otras culturas podría ser recibir el sobrenombre de “Tolkien de nuestro idioma”, en el libro Literaturas Germánicas Medievales (1966) brinda un panorama sobre la también llamada Edda Poética en general, y dedica en particular un comentario al poema que se leerá:
En 1643 llegó a manos del obispo islandés Brynjolf Sveinsson un códice, o libro manuscrito, del siglo XIII, que constaba de cuarenta y cinco hojas de pergamino, de las que faltaban algunas, a partir de la página treinta y dos. Snorri Sturluson, en el siglo XIII, había escrito un tratado de arte poética, ilustrado con versos y estrofas antiguas, llamado Edda; se conjeturó con razón que ese tratado en prosa se fundaba en una colección anterior de poemas; Brynjolf pensó que el códice era esa colección. Pensó que Snorri Sturluson había tomado del códice el título de Edda (que ahora se interpreta arte poética y, antes, abuela, antepasada, Ungrossmutter) y lo devolvió —digámoslo así— al códice, que atribuyó a Saemund el Sabio, sacerdote y erudito islandés del siglo XII, que logró fama de hechicero y que escribió, en latín, obras de carácter histórico. El prestigio de Saemund era vastísimo; era inevitable que le atribuyeran cualquier libro antiguo y anónimo, como a Orfeo los griegos y al patriarca Abraham los cabalistas. Brynjolf escribió en la portada Edda Saemundi Multiscii (Edda de Saimund el Sabio) y mandó el códice a la Real Biblioteca de Copenhague. (Por eso lleva el códice, ahora, el nombre de Codex Regius.) Desde entonces, el tratado de Snorri Sturluson se llama Snorra Edda, Edda Prosaica o Edda Menor, y las poesías del códice Saemundar Edda, Edda Poética o Edda Mayor.
La Edda Mayor consta de treinta y cinco poemas, algunos fragmentarios, compuestos entre los siglos IX y XIII, en Noruega, Islandia y Groenlandia. Uno de los poemas se titula Canción groenlandesa de Atli. Atli es Atila, el famoso rey de los hunos, incorporado a las tradiciones germánicas, a la memoria germánica, como Alejandro de Macedonia —Alejandro Bicorne— a las del Islam.
Las piezas de la Edda Mayor son gnómicas, narrativas, burlescas y trágicas. Tratan de dioses y de héroes. A diferencia de los lentos y elegíacos anglosajones, los anónimos poetas de la Edda son rápidos —a veces hasta la oscuridad— y enérgicos. Frecuentan la desesperación y la cólera, no la melancolía.
La composición inicial de la Edda Mayor es la Voluspa, Profecía o Visión de la Sibila. Ker habla de la sublimidad de ese gran poema y lo juzga el ápice de la antigua poesía germánica.
Tácito ha escrito que los germanos atribuían a las mujeres virtud profética; en la Voluspa, un dios, Odín, interroga a una sibila, una volva, sobre el destino de los dioses y de la tierra. Según Vigfusson, la sibila está muerta y resucita para profetizar. Se trataría de una escena de necromancia o de adivinación por los muertos, semejante a la que registra el undécimo libro de la Odisea. La escena parece ocurrir en una asamblea de los dioses. La sibila empieza por recordar un tiempo anterior a la arena, anterior al mar, a la tierra, al cielo superior, al pasto. Ya existe el sol, pero no sabe dónde queda su casa, las estrellas ignoran sus caminos, la luna no sabe su poder. La sibila ve congregarse a los dioses y dar nombres a la noche, a la mañana, al mediodía, al crepúsculo de la tarde y a las divisiones del año. Luego los dioses llegan a una pradera y ahí construyen altares y templos y herrerías en las que forjan herramientas de oro hasta que llegan tres vírgenes poderosas, hijas de Trolls o de gigantes, de Jotunheim, que es una región al noroeste, donde el océano toca el borde del mundo. Se ha conjeturado que esas vírgenes son las Parcas, que llevan los nombres del Pasado, del Presente y del Porvenir.
Los dioses hacen con árboles la primer pareja humana. La sibila ve después el fresno Yggdrasill.
Nadie conoce las raíces y la copa se extiende sobre la tierra. En el tronco hay una sala donde están las tres Parcas, las Nornas; ese árbol, en otros cantos de la Edda Mayor, es una suerte de mapamundi mitológico; bajo una raíz está el mundo de los muertos; bajo una segunda, el mundo de los gigantes; bajo una tercera, el mundo de los hombres. En la copa hay un gallo de oro, o un águila, o un águila con un halcón entre los ojos. Bajo la raíz hay una serpiente; una ardilla trata de enemistarla con el águila y corre de arriba abajo llevando chismes; estos pormenores decorativos o paródicos son posteriores. La sibila ve batallas y guerras en que son vencedores los dioses, pero al fin de los días llega «un tiempo de hachas, un tiempo de espadas» y también «un tiempo de tempestades, tiempo de lobos». Antes, un gallo con la cresta de oro (Gullinkambi) ha despertado a los héroes; otro, del color de la herrumbre, a los muertos; otro, a los gigantes. Este es el Crepúsculo de los Dioses (Ragnarök). Fenrir, lobo amordazado por una espada, rompe su milenaria prisión y devora a Odín. Zarpa la nave Naglfar, hecha de uñas de los muertos. (En la Snorra Edda se lee: «no hay que permitir que alguien muera con las uñas sin cortar, pues quien lo olvida apresura la construcción de la nave Naglfar, temida por los dioses y por los hombres».) La serpiente mundial (Midgardsorm) que, hundida en el mar, rodea, mordiéndose la cola, la tierra, lucha con Thor, que al fin le da muerte. Los dioses combaten contra los gigantes glaciales. Los gigantes quieren escalar el cielo, subiendo por el arco iris, que se rompe. El sol se oscurece, la tierra se anega en el mar, del firmamento caen las claras estrellas.
La sibila hace un esfuerzo último y ve la tierra que resurge y los dioses que vuelven a la pradera, como al principio, y encuentran las piezas de ajedrez en el pasto y hablan de las batallas que fueron.
Tors strid med jättarna (1872), “Tor lucha contra los gigantes”, pintura de Mårten Eskil Winge (1825-1896). |
En esta prodigiosa visión de la historia universal se trata de los orígenes y del fin; nada se dice del presente, ni de la suerte de los hombres. Dame Bertha Phillpotts conjetura que la sibila, arrebatada por los trágicos esplendores de la batalla de los dioses y de los gigantes, ha olvidado la humanidad y su propio destino. En el venturoso fin se ha creído ver el influjo del cristianismo; quizá los germanos primitivos creyeron que el universo acabaría mal. El pasaje sugiere una repetición cíclica de la historia; el concepto de un universo que se desenvuelve en ciclos análogos y ascendentes es típico de las cosmogonías de Indostán; el concepto de un universo que se desenvuelve en ciclos idénticos y en el que infinitamente renacen los mismos individuos y cumplen un mismo destino fue doctrina de los pitagóricos y de los estoicos.
Piedra de Snaptun. Imagen tallada de Loki que lo muestra con bigotes rizados y labios con cicatrices. Aproximadamente del año 1, 000. Museo Moesgård, Dinamarca. |
[...]
Cada una de las estrofas de la Edda Mayor consta, por regla general, de cuatro versos. No hay rima, hay aliteración, como en la poesía de Inglaterra. Como en aquélla, toda consonante, sólo puede aliterar consigo misma y, en cambio, las vocales y los diptongos aliteran indistintamente entre sí.
Según la métrica anglosajona, tres palabras en cada verso, dos en la primera mitad y una en la segunda, deben empezar con la misma letra; en la Edda Mayor, el esquema suele ser más complejo.
Las dos sílabas tónicas de la primera mitad del verso empiezan con dos letras distintas; las sílabas tónicas de la segunda mitad tienen que empezar con las mismas letras, en igual orden, o invertidas.
Casi toda la mitología germánica está contenida en las dos Eddas, hecho que agrega a su valor literario un gran valor histórico y etnográfico. Muy poco queda de la mitología de las regiones que ahora son Alemania e Inglaterra; fuera de algunos dioses comunes a la estirpe, no habría que hablar de mitología germánica, sino de mitología escandinava o, con más rigor, de mitología noruego-islandesa.
En los cantares de la Edda Mayor hay repetidas referencias a la Valhala (Valhöll) o paraíso de Odín. Snorri Sturluson, a principios del siglo XIII, la describe como una casa de oro; espadas y no lámparas la iluminan; tiene quinientas puertas y por cada puerta saldrán, el último día, ochocientos hombres; van a dar ahí los guerreros que murieron en la batalla; cada mañana se arman, combaten, se dan muerte y renacen; luego se embriagan de aguamiel y comen la carne de un jabalí inmortal. Hay paraísos contemplativos, paraísos voluptuosos, paraísos que tienen la forma del cuerpo humano (Swedenborg), paraísos de aniquilación y de caos, pero no hay otro paraíso guerrero, no hay otro paraíso cuya delicia esté en el combate. Muchas veces lo han invocado para demostrar el temple viril de las viejas tribus germánicas.
Edda Mayor. (Alianza Editorial, Madrid, 2000). |
Völuspá
(Edición de Sophus Bugge)
«Hljóðs bið ek allar
helgar kindir,
meiri ok minni
mögu Heimdallar;
viltu, at ek, Valföðr!
vel framtelja
forn spjöll fíra,
þau er fremst um man.
Ek man jötna
ár um borna,
þá er forðum
mik fœdda höfðu;
níu man ek heima,
níu íviði,
mjötvið mœran
fyr mold neðan.
Ár var alda
þar er Ýmir bygði,
vara sandr né sær
né svalar unnir,
jörð fannsk æva
né upphiminn,
gap var ginnunga,
en gras hvergi.
Áðr Burs synir
bjöðum um ypðu,
þeir er Miðgarð
mœran skópu;
sól skein sunnan
á salar steina,
þá var grund gróin
grœnum lauki.
Sól varp sunnan,
sinni mána,
hendi inni hœgri
um himinjódyr;
sól þat ne vissi
hvar hon sali átti,
máni þat ne vissi
hvat hann megins átti,
stjörnur þat ne vissu
hvar þær staði áttu.
Þá gengu regin öll
á rökstóla,
ginnheilug goð,
ok um þat gættusk;
nátt ok niðjum
nöfn um gáfu,
morgin hétu
ok miðjan dag,
undorn ok aptan,
árum at telja.
Hittusk æsir
á Iðavelli,
þeir er hörg ok hof
hátimbruðu,
afla lögðu,
auð smíðuðu,
tangir skópu
ok tól görðu.
Tefldu í túni,
teitir váru,
var þeim vettugis
vant ór gulli;
unz þrjár kvámu
þursa meyjar
ámátkar mjök
ór jötunheimum.
Þá gengu regin öll
á rökstóla,
ginnheilug goð,
ok um þat gættusk:
hverr skyldi dverga
drótt um skepja
ór brimi blóðgu
ok ór Bláins leggjum.
Þar var Móðsognir
mæztr um orðinn
dverga allra,
en Durinn annarr;
þeir mannlíkun
mörg um görðu
dvergar í jörðu,
sem Durinn sagði.
Nýi, Niði,
Norðri, Suðri,
Austri, Vestri,
Alþjófr, Dvalinn,
Nár ok Náinn,
Nípingr, Dáinn,
Bifurr, Bafurr,
Bömburr, Nori,
Ánn ok Ánarr,
Óinn, Mjöðvitnir.
Veggr ok Gandálfr,
Vindálfr, Þorinn,
Þrár ok Þráinn,
Þekkr, Litr ok Vitr,
Nýr ok Nýráðr,
nú hefi ek dverga,
Reginn ok Ráðsviðr,
rétt um talða.
Fili, Kili,
Fundinn, Nali,
Hepti, Vili,
Hanarr, Svíurr,
Billingr, Brúni,
Bildr ok Buri,
Frár, Hornbori,
Frægr ok Lóni,
Aurvangr, Jari,
Eikinskjaldi.
Mál er dverga
í Dvalins liði
ljóna kindum
til Lofars telja,
þeir er sóttu
frá salar steini
Aurvanga sjöt
til Jöruvalla.
Þar var Draupnir
ok Dólgþrasir,
Hár, Haugspori,
Hlévangr, Glóinn,
Dori, Ori,
Dúfr, Andvari,
Skirfir, Virfir,
Skafiðr, Ai.
Álfr ok Yngvi,
Eikinskjaldi,
Fjalarr ok Frosti,
Finnr ok Ginnarr;
þat man æ uppi,
meðan öld lifir,
langniðja tal
Lofars hafat.
Unz þrír kvámu
ór því liði
öflgir ok ástkir
æsir at húsi,
fundu á landi
lítt megandi
Ask ok Emblu
örlöglausa.
Önd þau ne áttu,
óð þau ne höfðu,
lá né læti
né litu góða;
önd gaf Óðinn,
óð gaf Hœnir,
lá gaf Lóðurr
ok litu góða.
Ask veit ek standa,
heitir Yggdrasill
hár baðmr, ausinn
hvíta auri;
þaðan koma döggvar
þærs í dala falla;
stendr æ yfir grœnn
Urðar brunni.
Þaðan koma meyjar
margs vitandi
þrjár, ór þeim sal
er und þolli stendr;
Urð hétu eina,
aðra Verðandi,
skáru á skíði,
Skuld ina þriðju;
þær lög lögðu,
þær líf kuru
alda börnum,
örlög seggja.
Þat man hon fólkvíg
fyrst í heimi,
er Gullveig
geirum studdu
ok í höll Hárs
hana brendu;
þrysvar brendu
þrysvar borna,
opt, ósjaldan,
þó hon enn lifir.
Heiði hana hétu,
hvars til húsa kom,
völu velspá,
vitti hon ganda,
seið hon hvars hon kunni,
seið hon hugleikin,
æ var hon angan
illrar brúðar.
Þá gengu regin öll
á rökstóla,
ginnheilug goð,
ok um þat gættusk:
hvárt skyldu æsir
afráð gjalda,
eða skyldu goðin öll
gildi eiga.
Fleygði Óðinn
ok í fólk um skaut,
þat var enn fólkvíg
fyrst í heimi;
brotinn var borðveggr
borgar ása,
knáttu vanir vígská
völlu sporna.
Þá gengu regin öll
á rökstóla,
ginnheilug goð,
ok um þat gættusk:
hverr hefði lopt allt
lævi blandit
eða ætt jötuns
Óðs mey gefna.
Þórr einn þar vá
þrunginn móði,
hann sjaldan sitr
er hann slíkt um fregn;
á gengust eiðar,
orð ok sœri,
mál öll meginlig
er á meðal fóru.
Veit hon Heimdallar
hljóð um fólgit
undir heiðvönum
helgum baðmi;
á sér hon ausask
aurgum forsi
af veði Valföðrs.
Vituð ér enn eða hvat?
Ein sat hon úti,
þá er inn aldni kom
yggjungr ása
ok í augu leit.
Hvers fregnið mik?
hví freistið mín?
alt veit ek, Óðinn!
hvar þú auga falt:
í inum mœra
Mímis brunni;
drekkr mjöð Mímir
morgin hverjan
af veði Valföðrs.
Vituð ér enn eða hvat?
Valði henni Herföðr
hringa ok men,
féspjöll spaklig
ok spáganda;
sá hon vítt ok um vítt
of veröld hverja.
Sá hon valkyrjur
vítt um komnar
görvar at ríða
til Goðþjóðar:
Skuld hélt skildi,
en Skögul önnur,
Gunnr, Hildr, Göndul
ok Geirskögul;
nú eru talðar
nönnur Herjans,
görvar at ríða
grund valkyrjur.
Ek sá Baldri,
blóðgum tívur,
Óðins barni
örlög fólgin:
stóð um vaxinn
völlum hæri
mjór ok mjök fagr
mistilteinn.
Varð af þeim meiði,
er mér sýndisk,
harmflaug hættlig,
Höðr nam skjóta.
Baldrs bróðir
var of borinn snemma,
sá nam Óðins sonr
einnættr vega.
Þó hann æva hendr
né höfuð kembði,
áðr á bál um bar
Baldrs andskota.
En Frigg um grét
í Fensölum
vá Valhallar.
Vituð ér enn eða hvat?
. . . . . .
. . . . . .
. . . . . .
. . . . . .
Þá kná Vala
vígbönd snúa,
heldr váru harðgör
höpt ór þörmum.
Hapt sá hon liggja
undir hvera lundi
lægjarnlíki
Loka áþekkjan;
þar sitr Sigyn
þeygi um sínum
ver vel glýjuð.
Vituð ér enn eða hvat?
Á fellr austan
um eitrdala
söxum ok sverðum,
Slíðr heitir sú.
Stóð fyr norðan
á Niðavöllum
salr ór gulli
Sindra ættar;
en annarr stóð
á Ókólni,
bjórsalr jötuns,
en sá Brímir heitir.
Sal sá hon standa
sólu fjarri
Náströndu á,
norðr horfa dyrr;
féllu eitrdropar
inn um ljóra,
sá er undinn salr
orma hryggjum.
Sá hon þar vaða
þunga strauma
menn meinsvara
ok morðvarga
ok þanns annars glepr
eyrarúnu;
þar saug Níðhöggr
nái framgengna,
sleit vargr vera.
Vituð ér enn eða hvat?
Austr sat in aldna
í Járnviði
ok fœddi þar
Fenris kindir;
verðr af þeim öllum
einna nökkurr
tungls tjúgari
í trolls hami.
Fyllisk fjörvi
feigra manna,
rýðr ragna sjöt
rauðum dreyra;
svört verða sólskin
um sumur eptir,
veðr öll válynd.
Vituð ér enn eða hvat?
Sat þar á haugi
ok sló hörpu
gýgjar hirðir
glaðr Egðir;
gól um hánum
í gaglviði
fagrrauðr hani,
sá er Fjalarr heitir.
Gól um ásum
Gullinkambi,
sá vekr hölða
at Herjaföðrs;
en annarr gelr
fyr jörð neðan
sótrauðr hani
at sölum Heljar.
Geyr Garmr mjök
fyr Gnípahelli;
festr man slitna,
en freki renna.
Fjöld veit hon frœða,
fram sé ek lengra,
um ragnarök
römm sigtíva.
Brœðr munu berjask
ok at bönum verðask,
munu systrungar
sifjum spilla;
hart er í heimi,
hórdómr mikill,
skeggjöld, skálmöld,
skildir ’ru klofnir,
vindöld, vargöld,
áðr veröld steypisk;
man engi maðr
öðrum þyrma.
Leika Míms synir,
en mjötuðr kyndisk,
at inu gamla
Gjallarhorni;
hátt blæss Heimdallr,
horn er á lopti;
mælir Óðinn
við Míms höfuð.
Skelfr Yggdrasils
askr standandi,
ymr it aldna tré,
en jötunn losnar;
hræðask allir
á helvegum,
áðr Surtar þann
sefi of gleypir.
Hvat er með ásum?
hvat er með álfum?
gnýr allr jötunheimr,
æsir ’ru á þingi;
stynja dvergar
fyr steindurum
veggbergs vísir.
Vituð ér enn eða hvat?
Geyr nú Garmr mjök
fyr Gnípahelli;
festr man slitna,
en freki renna.
Hrymr ekr austan,
hefisk lind fyrir.
Snýsk jörmungandr
í jötunmóði:
ormr knýr unnir,
en ari hlakkar,
slítr nái niðfölr.
Naglfar losnar.
Kjóll ferr austan,
koma munu Muspells
um lög lýðir,
en Loki stýrir;
fara fíflmegir
með freka allir,
þeim er bróðir
Byleists í för.
Surtr ferr sunnan
með sviga lævi,
skínn af sverði
sól valtíva.
Grjótbjörg gnata,
en gífr hrata;
troða halir helveg,
en himinn klofnar.
Þá kemr Hlínar
harmr annarr fram,
er Óðinn ferr
við úlf vega,
en bani Belja
bjartr at Surti;
þar man Friggjar
falla angan.
Geyr nú Garmr mjök
fyr Gnípahelli;
festr man slitna,
en freki renna.
Þá kemr inn mikli
mögr Sigföður
Viðarr vega
at valdýri;
lætr hann megi hveðrungs
mund um standa
hjör til hjarta;
þá er hefnt föður.
Þá kemr inn mœri
mögr Hlóðynjar,
gengr Óðins sonr
við orm vega;
drepr hann af móði
Miðgarðs véurr;
munu halir allir
heimstöð ryðja;
gengr fet níu
Fjörgynjar burr
neppr frá naðri
níðs ókvíðnum.
Sól tér sortna,
sígr fold í mar,
hverfa af himni
heiðar stjörnur;
geisar eimi
ok aldrnari,
leikr hár hiti
við himin sjálfan.
Sér hon upp koma
öðru sinni
jörð ór œgi
iðjagrœna;
falla forsar,
flýgr örn yfir,
sá er á fjalli
fiska veiðir.
Finnask æsir
á Iðavelli
ok um moldþinur
mátkan dœma
ok minnask þar
á megindóma
ok á Fimbultýs
fornar rúnar.
Þar munu eptir
undrsamligar
gullnar töflur
í grasi finnask,
þærs í árdaga
áttar höfðu.
Munu ósánir
akrar vaxa,
böls man alls batna,
Baldr man koma;
búa þeir Höðr ok Baldr
Hropts sigtoptir
vel valtívar.
Vituð ér enn eða hvat?
Þá kná Hœnir
hlut við kjósa
ok burir byggja
brœðra tveggja
vindheim víðan.
Vituð ér enn eða hvat?
Sal sér hon standa
sólu fegra
gulli þakðan
á Gimlé;
þar skulu dyggvar
dróttir byggja
ok um aldrdaga
ynðis njóta.
Þá kemr inn ríki
at regindómi
öflugr ofan,
sá er öllu ræðr.
Þar kemr inn dimmi
dreki fljúgandi,
naðr fránn neðan
frá Niðafjöllum;
berr sér í fjöðrum
— flýgr völl yfir —
Niðhöggr nái.
Nú man hon sökkvask.»
La visión de la adivina
Traducción del islandés y edición de Luis Lerate
¡Silencio a los dioses, a todos, pido,
a los grandes o humildes hijos de Héimdal!
Quieres, oh Válfod, que yo bien cuente
mis primeros recuerdos de antiguos dichos.
Gigantes recuerdo en remotos tiempos;
de ellos un día yo misma nací;
los anchos mundos, los nueve, recuerdo,
bajo tierra tapado el árbol glorioso.
No había en la edad en que Ýmir vivió
ni arenas ni mar ni frescas olas;
no estaba en la tierra ni arriba el cielo;
se abría un vacío, hierba no había.
Mas los hijos de Bur sacaron el mundo,
ellos crearon el Mídgard glorioso;
desde el sur el sol la tierra alumbró
y brotaron del suelo las plantas verdes.
Por el sur el sol, de la luna pareja,
su diestra asomó por el borde del cielo;
no sabía el sol qué morada tenía,
no sabían las estrellas qué puestos tenían,
no sabía la luna qué poder tenía.
Todas las fuerzas, los santos dioses,
se reunieron entonces en alto consejo:
a la noche y lo oscuro nombres dieron,
se los dieron al alba y al mediodía,
al almuerzo y la tarde y por años contaron.
Se encontraron los ases en el campo de Idi;
aras y templos, altos, alzaron,
fraguas pusieron, joyas forjaron,
fabricaron tenazas y avíos se hicieron.
Al tablero en su prado jugaron felices
—todas de oro sus cosas tenían—
hasta el día en que, tres, las gigantas vinieron,
las muy poderosas, del Jotunheim.
Todas las fuerzas, los santos dioses,
se reunieron entonces en alto consejo:
que quién crearía la raza de enanos
con sangre de Brímir y huesos de Blain.
Motsógnir fue de la raza de enanos
el más principal, Durin segundo;
con figura de hombres enanos hicieron,
muchos, de tierra, como Durin dijo.
Nyi y Nidi, Nordri y Sudri,
Austri y Vestri, Áltiof, Dvalin,
Nar y Nain, Níping, Dain,
Bífur, Báfur, Bómbur, Nori,
An y Ánar, Ai, Miodvítnir.
Veig y Gándalf, Víndalf, Train,
Tekk y Torin, Tror, Vit y Lit,
Nar y Nýrad —así los enanos
—Regin y Rádsvid— bien enumero.
Fili, Kili, Fundin, Nali,
Hepti, Vili, Hánar, Svíur,
Frar, Hórnbori, Freg y Loni,
Áurvang, Jari, Eikinskialdi.
Ahora a los hombres dichos serán
los parientes de Dvalin nacidos de Lófar;
éstos dejaron sus salas de piedra
y marcharon a Aurvángar, en Joruvéllir.
Allá estaban Dráupnir y Dolgtrásir,
Har, Háugspori, Hlévang, Gloi,
Skírfir, Vírfir, Skáfid, Ai.
Alf e Yngvi, Eikinskialdi,
Fiálar y Frosti, Finn y Gínnar;
nunca se olvide en tanto haya hombres
la línea de enanos que lleva hasta Lófar.
Mas luego a la casa, potentes y afables,
tres ases vinieron de aquella familia;
por tierra encontraron, con poco vigor,
a Ask y a Embla, faltos de suertes.
Ni ánimo entonces ni genio tenían,
ni vida o palabra ni buena color:
les dio ánimo Odín, les dio Hónir el genio,
les dio Lódur palabra y la buena color.
Yo sé que se riega un fresno sagrado,
el alto Yggdrásil, que con blanco limo;
es eso el rocío que baja al valle;
junto al pozo de Urd siempre verde se yergue.
Vienen de allá muy sabias mujeres,
tres, de las aguas que están bajo el árbol:
una Urd se llamaba, la otra Verdandi,
—su tabla escribían— Skuld la tercera;
los destinos regían, les daban sus vidas
a los seres humanos, su suerte a los hombres.
La guerra primera que sabe en el mundo
fue cuando Gúllveig le hincaron lanzas
y la echaron al fuego en la sala de Har;
la quemaron tres veces y tres renació,
muchas y más, pero viva que sigue.
Casa a que iba, Heid la llamaban,
bruja adivina con artes de vara;
hechizó cuanto quiso, hechizó a su placer,
por delicia quedó de las hembras malignas.
Todas las fuerzas, los santos dioses,
se reunieron entonces en alto consejo:
si tributo quizás pagarían los ases
o si todos los dioses habrían ofrendas.
Odín a la horda su lanza arrojó;
fue ésta en el mundo la guerra primera;
brecha en la cerca se abrió de los ases;
con magias los vanes tomaron el campo.
Todas las fuerzas, los santos dioses,
se reunieron entonces en alto consejo:
que quién todo el aire llenó de veneno
y la esposa de Od prometió a los ogros.
Con ira, él solo, Tor peleó
—¡no se queda él sentado ante cosas así—;
rompiéronse acuerdos, palabras y tratos,
los pactos solemnes que entre ellos tenían.
Oculto ve ella el cuerno de Héimdal
bajo el árbol sagrado que alumbra el cielo;
ve correr sobre él la limosa cascada
del pago de Válfod. —¿O mejor lo sabéis?
Sola y aparte el viejo la halló,
le buscó la mirada el Ygg de los ases.
«¿Qué me queréis? ¿Qué me buscáis?
Yo, Odín, lo sé todo, dónde guardas tu ojo:
en la fuente de Mímir, gloriosa, lo tienes;
hidromiel bebe Mímir cada mañana
del pago de Válfod.» —¿O mejor lo sabéis?
Hérfod le dio collares y anillas;
saberes tenía y ocultas magias,
veía y veía en todos los mundos.
Vio las valkirias, de lejos venidas,
dispuestas a entrarle al pueblo de godos;
Skuld con su escudo, la segunda Skógul,
Gunn, Hild, Góndul y Geirskógul.
Ya dichas están las doncellas de Herian,
dispuestas a entrarle, valkirias, al mundo.
De Bálder vi, del dios malherido,
del hijo de Odín, el oculto destino;
descollaba en el llano y crecida se erguía
la rama de muérdago, fina y muy bella.
Salió de esta plana de frágil aspecto
el maléfico dardo que Hod arrojó;
al instante nació el hermano de Bálder,
con un día luchó el hijo de Odín.
Ni sus manos lavó ni peinó su cabeza
hasta echar en la pira al que a Bálder mató;
pero Frig en Fensálir, llorando estuvo
de dolor del Valhalla. —¿O mejor lo sabéis?
De Vali los dioses sacaron las cuerdas,
las recias maromas trenzadas con tripas.
Cautivo vio bajo Hveralund
a un pillo ruin con la hechura de Loki;
allá está Sigyn poco contenta
viendo a su esposo. —¿O mejor lo sabéis?
Con dagas y espadas las aguas de Slid
desde el este bajan por pútridos valles.
Al norte se alzaba, en Nidavéllir,
la dorada mansión de los hijos de Sindri;
otra morada se alzaba en Okólnir,
donde bebe cerveza el gigante Brímir.
Vio ella una sala lejos del sol;
en Nástrond está, con la puerta al norte,
veneno le entra a través del húmero,
lomos de sierpes la sala ensamblan.
Por tan mala corriente vio que cruzaban
la gente perjura y proscrita por muertes
y aquel que seduce mujeres casadas;
Nídhogg allí se sorbía a los muertos,
el lobo se hartaba. —¿O mejor lo sabéis?
Al este la vieja, en el Bosque de Hierro,
pariendo estaba hermanos de Fénrir;
uno entre todos un día será
quien en forma de monstruo a la luna devore.
Con la vida se sacia que saca a los muertos,
de sangre él tiñe el sitial de los dioses,
sol negro después brillará en verano,
hará muy mal tiempo. —¿O mejor lo sabéis?
Arriba en la loma gozoso su arpa
Éggder tañía, el guardián de las brujas;
por encima de él cantaba en el árbol
el gallo encarnado que Fiálar se llama.
Allá entre los ases cantó Gullinkambi;
a los héroes despierta de Heriafod;
hay otro que canta allá bajo tierra,
un gallo cobrizo, en las salas de Hel.
Feroz ladra Garm ante Gnipahéllir,
va a romper la cadena, va a soltarse la fiera;
mucho sé yo, más lejos yo veo:
la hora fatal de los fuertes dioses.
Surgirán entre hermanos luchas y muertes,
cercanos parientes discordias tendrán;
un tiempo de horrores, de mucho adulterio,
de hachas, de espadas —escudos se rajan—,
de vientos, de lobos anuncio será
del derrumbe del mundo; todos se matan.
Los de Mímir rebullen, se echa la suerte
al tiempo que suena el Giallarhorn;
Héimdal llama, por alto su cuerno;
la cabeza de Mímir a Odín le canta.
El fresno Yggdrásil, el viejo, vacila;
gime el gran árbol, y el ogro se suelta;
tiemblan todos por la senda del Hel,
que el pariente de Sturt luego devora.
¿Qué hay de los ases? ¿Qué hay de los elfos?
Jotunheim resuena, deliberan los ases;
los enanos sollozan, los sabios del risco,
al umbral de sus rocas. —¿O mejor lo sabéis?
Feroz ladra Garm ante Gnipahéllir,
va a romper la cadena, va a soltarse la fiera;
mucho sé yo, más lejos yo veo:
la hora fatal de los fuertes dioses.
Viene Hrym por el este, en alto el escudo;
se revuelve el reptil con furor de gigante;
chapotea la sierpe y el águila grazna,
la que muertos destroza; Naglfar se desata.
Por el mar en el barco vienen del este
los hijos del Múspel, Loki al timón;
los monstruos todos avanzan con él,
el lobo los trae, el hermano de Býleist.
Del sur viene Surt con el mal de ramas,
resplandece la espada del dios de los muertos;
rechocan los riscos, rebullen las brujas,
al Hel van todos, el cielo se raja.
Llégale a Hlín su segundo dolor
cuando Odín ya corre a luchar con el lobo,
y el que a Beli mató, el brillante, con Surt.
¡Allá ha de caer de Frig la alegría!
Feroz ladra Garm ante Gnipahéllir,
va a romper la cadena, va a soltarse la fiera;
mucho sé yo, más lejos yo veo:
la hora fatal de los fuertes dioses.
Acude el excelso, el hijo de Sígfod,
al que come carroña Vídar se enfrenta;
hasta el puño la espada en el pecho clava
del hijo de Hvédrung; ya a su padre vengó.
Abre su boca el cinto del mundo,
la sierpe terrible, arriba hasta el cielo;
con el monstruo pelea el hijo de Odín
después que ha muerto la gente de Vídar.
Acude el glorioso, el hijo de Hlodyn,
a la bestia se enfrenta el nacido de Odín;
con rabia la mata el guardián del Mídgard;
dejarán el mundo los hombres todos.
¡No oprobio se espera el hijo de Fiorgyn
cuando él nueve pasos, exhausto, se aparta!
El sol se oscurece, se sumerge la tierra,
saltan del cielo las claras estrellas;
furiosa humareda las llamas levantan,
alto, hasta el cielo, se eleva el ardor.
Feroz ladra Garm ante Gnipahéllir,
va a romper la cadena, va a soltarse la fiera;
mucho sé yo, más lejos yo veo:
la hora fatal de los fuertes dioses.
Ve ella que luego de nuevo el mundo
resurge del mar con perenne verdor;
bajan cascadas, por altas cumbres
el águila vuela y peces atrapa.
Vuelven los ases al campo de Idi,
del lazo del mundo, el horrible, se cuentan
y allá rememoran los grandes sucesos,
las viejas runas de Fimbultyr.
Allá en la hierba después hallarán
los tableros de oro de gran maravilla
que tiempos atrás su gente tenía.
Sin siembra los campos cosechas darán,
se reparan los males, Bálder regresa;
en paz vivirán Bálder y Hod
en prados de Hropt. —¿O mejor lo sabéis?
Hónir entonces ramillas echa;
habitan los hijos de ambos hermanos
la casa de vientos. —¿O mejor lo sabéis?
Ve ella una sala más bella que el sol,
En Gimle se alza, con techo de oro;
morada será de las gentes de bien,
que allá gozarán hasta el fin de los días.
Entonces de arriba viene a juzgar
el fuerte y glorioso, quien todo lo rige.
Volando baja de Nidafiol
el dragón tenebroso, el reptil fulgurante;
las plumas de Nídhogg —sobre el llano planea—
van llenas de muertos. ¡Y ahora se hunde!
NOTAS
En ninguna parte se hallan claramente precisados cuáles son estos nueve mundos que componen la geografía mitológica escandinava. [...] El mundo habitado por los hombres es el Mídgard «el recinto central»; una empalizada lo rodea y defiende del Útgard, «el espacio exterior», poblado por monstruos, brujas y gigantes. En la parte norte de éste se encuentran el Niflheim, «el mundo de las tinieblas», donde viven los llamados gigantes de la escarcha, y también el Hel, el paraje subterráneo al que van los muertos. En la parte sur está el Múspel o Múspelheim, el mundo del fuego, habitado por Surt y sus gigantes. Al este —donde más comúnmente se sitúa todo lo peligroso y desconocido— se halla el Jotunheim, «el mundo de los ogros o los gigantes», que allí tienen sus inhóspitos dominios de rocosas montañas y hoscas cuevas. El Ásgard, finalmente, o «reducto de los ases» (los dioses de esta familia) unas veces se localiza en el centro de Mídgard, otras en el cielo.
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