Anteriormente, Beatriz Estrada Moreno había
aceptado con gentileza la invitación a participar de mi bitácora de viaje, Cuadernos de Sal, colaborando con un par de entradas sobre Rumania, su patria adoptiva.
En el lapso más reciente, y debido a sus
estudios en Europa, se ha convertido en una viajera infatigable por dicho
continente. En la actualidad reside en Budapest, lo que le permitió —fiel a su
naturaleza inquisitiva—, ahondar en la tradición literaria magiar.
Esta entrada surgió cuando Beatriz
compartió en su página de Facebook un texto del poeta húngaro judío Miklós
Radnóti. A partir de esto, me enteró de su intención de traducir un poema de
otro autor, que me envío hace algunas semanas: Apócrifo de János Pilinszky.
János
Pilinszky (1921-1981). Nació y murió en Budapest. Poeta de inspiración
católica, a quien la dictadura húngara reclutó, junto a muchos de sus
compatriotas, en su afán de detener el avance del Ejército Rojo en 1944. Al año
siguiente conoció los KZ-lágerek:
kácet-lágerek o Konzetrationslager,
campos de concentración —en particular el de Harbach, Alemania, donde cayó
enfermo—, que marcaron sus perspectivas vital y poética.
Apokrif
Pilinszky
János
1
Mert elhagyatnak akkor mindenek.
Külön kerül az egeké, s örökre
a világvégi esett földeké,
s megint külön a kutyaólak csöndje.
A levegőben menekvő madárhad.
És látni fogjuk a kelő napot,
mint tébolyult pupilla néma és
mint figyelő vadállat, oly nyugodt.
De virrasztván a számkivettetésben,
mert
nem alhatom akkor éjszaka,
hányódom
én, mint ezer levelével,
és szólok én, mint éjidőn a fa:
Ismeritek az évek vonulását,
az
évekét a gyűrött földeken?
És értitek a mulandóság ráncát,
ismeritek törődött kézfejem?
És tudjátok nevét az árvaságnak?
És tudjátok, miféle fájdalom
tapossa itt az örökös sötétet
hasadt patákon, hártyás lábakon?
Az
éjszakát, a hideget, a gödröt,
a
rézsut forduló fegyencfejet,
ismeritek
a dermedt vályukat,
a
mélyvilági kínt ismeritek?
Feljött
a nap. Vesszőnyi fák sötéten
a
haragos ég infravörösében.
Így
indulok. Szemközt a pusztulással
egy
ember lépked hangtalan.
Nincs
semmije, árnyéka van.
Meg botja van. Meg rabruhája van.
Budapest, la ciudad de los charcos |
2
Ezért tanultam járni! Ezekért
a kései, keserü léptekért.
S majd este lesz, és rámkövül sarával
az
éjszaka, s én húnyt pillák alatt
őrzöm tovább e vonulást, e lázas
fácskákat
s ágacskáikat.
Levelenként
a forró, kicsi erdőt.
Valamikor a paradicsom állt itt.
Félálomban újuló fájdalom:
hallani óriási fáit!
Haza akartam, hazajutni végül,
ahogy
megjött ő is a Bibliában.
Irtóztató
árnyam az udvaron.
Törődött
csönd, öreg szülők a házban.
S már
jönnek is, már hívnak is, szegények
már
sírnak is, ölelnek botladozva.
Visszafogad
az ősi rend.
Kikönyöklök
a szeles csillagokra –
Csak
most az egyszer szólhatnék veled,
kit úgy
szerettem. Év az évre,
de nem
lankadtam mondani,
mit
kisgyerek sír deszkarésbe,
a már-már elfuló reményt,
hogy megjövök és megtalállak.
Torkomban lüktet közeled.
Riadt vagyok,
mint egy vadállat.
Szavaidat,
az emberi beszédet
én nem
beszélem. Élnek madarak,
kik
szívszakadva menekülnek mostan
az ég
alatt, a tüzes ég alatt.
Izzó
mezőbe tűzdelt árva lécek,
és
mozdulatlan égő ketrecek.
Nem
értem én az emberi beszédet,
és nem
beszélem a te nyelvedet.
Hazátlanabb
az én szavam a szónál!
Nincs
is szavam.
Iszonyu terhe
omlik
alá a levegőn,
hangokat
ad egy torony teste.
Sehol
se vagy. Mily üres a világ.
Egy
kerti szék, egy kinnfeledt nyugágy.
Éles
kövek közt árnyékom csörömpöl.
Fáradt
vagyok. Kimeredek a földből.
El charco de San Esteban |
3
Látja
Isten, hogy állok a napon.
Látja
árnyam kövön és keritésen.
Lélekzet
nélkül látja állani
árnyékomat
a levegőtlen présben.
Akkorra
én már mint a kő vagyok;
halott
redő, ezer rovátka rajza,
egy jó
tenyérnyi törmelék
akkorra
már a teremtmények arca.
És
könny helyett az arcokon a ráncok,
csorog
alá, csorog az üres árok.
1956
Tumba del poeta en el Cementerio de Farkasrét. |
Apócrifo
Janos
Pilinszky
Traducción del inglés de Beatriz Estrada, con revisiones de los textos en húngaro y español de Nelli Kasza.
Traducción del inglés de Beatriz Estrada, con revisiones de los textos en húngaro y español de Nelli Kasza.
El Parlamento bajo el agua |
1
Todo será abandonado entonces.
El silencio de los cielos será separado y para
siempre separados
los campos desechos del mundo en ruinas,
y separado el silencio de las jaulas de los
perros.
En el aire una multitud de pájaros huyendo.
Y veremos el sol saliente
mudo como un párpado enloquecido
y calmado como una bestia vigilante.
Pero manteniendo la vigía en el destierro
porque esa noche no puedo dormir,
agitado como miles de hojas,
cuando la noche cae yo hablo como el árbol:
¿Conocen los años que pasan volando,
los años sobre los campos arrugados?
¿Conocen las arrugas de lo efímero,
comprenden mis carcomidas manos?
¿Conocen el nombre de la orfandad?
¿Y conocen qué dolor
aplasta la eterna oscuridad
con pezuñas partidas, con patas palmeadas?
¿Conocen la noche, el frío, el hueco,
la cabeza volteada y doblegada del preso,
conocen los abrevaderos helados,
la tortura del abismo?
El sol se postró. Ramas de árboles
ennegreciéndose
en el infra-rojo del cielo iracundo.
Entonces me voy. Un hombre está caminando
en silencio frente a la destrucción.
No tiene más que su sombra.
Y un bastón. Y su atuendo de prisión.
Galope acuático |
2
¡Y para esto aprendí a caminar! Para estos
amargos y tardíos pasos.
El ocaso vendrá y la noche se petrificará
sobre mí con su lodo. Debajo de los
párpados cerrados
sigo guardando esto que pasa volando,
estos arbolitos febriles y sus ramitas.
Hoja por hoja el pequeño y caluroso bosque.
Alguna vez el Paraíso estuvo aquí.
A punto del sueño el dolor se renueva:
¡Escuchar sus árboles gigantes!
Hogar, finalmente quería llegar a casa,
llegar como llegó él en la Biblia.
Mi horripilante sombra en el patio.
El silencio carcomido, padres envejecidos
en la casa.
Y ya vienen, me están llamando, los pobres
ya están llorando, y me abrazan tropezando.
El antiguo orden me recoge de nuevo.
Y pongo mis codos en las estrellas ventosas
–
Si tan sólo pudiera hablar contigo por esta
vez,
a quien tanto amé. Año tras año,
pero no me cansaba de repetir
lo que un niño llora en el espacio entre
las hendiduras,
la casi desfallecida esperanza
de que regreso y te encuentro.
Tu cercanía me palpita en la garganta.
Y estoy agitado como una bestia
salvaje.
Yo no hablo tus palabras,
El habla humana. Viven pájaros
que ahora huyen descorazonados bajo el cielo,
bajo el cielo encendido.
Tablas huérfanas clavadas en un campo
ardiente,
y jaulas inamovibles en llamas.
Yo no entiendo el habla humana.
Y no hablo tu idioma.
¡Mi voz es más apátrida que la palabra!
No tengo palabra.
Su horrible carga
se precipita por el aire,
el cuerpo de una torre emite sonidos.
Estás en ningún lado. Qué vacío está el
mundo.
Una silla de jardín y un camastro que se
quedó afuera.
Entre las piedras afiladas mi sombra hace
ruido.
Y estoy cansado. Y sobresalgo de la tierra.
Ciudades entre Buda y Pest |
3
Dios ve que estoy parado bajo el sol.
Él ve mi sombra en la piedra y en la cerca.
Él ve mi sombra parada en la prensa
sin aire, sin respiro.
Para entonces ya soy como la piedra;
un pliegue muerto, mil dibujos de ranuras,
un buen puñado de escombros
es para entonces el rostro de las
creaturas.
Y en lugar de lágrimas, las arrugas en los
rostros
chorrean, chorrean las fosas vacías.
1956
Los otros puentes del Danubio |
Beatriz Estrada Moreno nació en la Ciudad de México en 1985. Estudió
Relaciones Internacionales en la UNAM y tiene un Diplomado en Escritura
Creativa por el Claustro de Sor Juana. Apocalíptica de tiempo completo, poeta y
narradora a ratos. Cursó una maestría en estudios sobre Rusia, Centro y Este de
Europa en la Universidad de Glasgow, Escocia y actualmente cursa una maestría
en ciencia política en la Universidad Corvinus de Budapest, Hungría. Todavía
escribe a mano, apasionada de la cultura rumana y cazadora incansable de
charcos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario