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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Entrada 102: Poema Apócrifo de János Pilinszky. Traductora invitada: Beatriz Estrada Moreno.


Anteriormente, Beatriz Estrada Moreno había aceptado con gentileza la invitación a participar de mi bitácora de viaje, Cuadernos de Sal, colaborando con un par de entradas sobre Rumania, su patria adoptiva.

En el lapso más reciente, y debido a sus estudios en Europa, se ha convertido en una viajera infatigable por dicho continente. En la actualidad reside en Budapest, lo que le permitió —fiel a su naturaleza inquisitiva—, ahondar en la tradición literaria magiar.

Esta entrada surgió cuando Beatriz compartió en su página de Facebook un texto del poeta húngaro judío Miklós Radnóti. A partir de esto, me enteró de su intención de traducir un poema de otro autor, que me envío hace algunas semanas: Apócrifo de János Pilinszky.













János Pilinszky (1921-1981). Nació y murió en Budapest. Poeta de inspiración católica, a quien la dictadura húngara reclutó, junto a muchos de sus compatriotas, en su afán de detener el avance del Ejército Rojo en 1944. Al año siguiente conoció los KZ-lágerek: kácet-lágerek o Konzetrationslager, campos de concentración —en particular el de Harbach, Alemania, donde cayó enfermo—, que marcaron sus perspectivas vital y poética.








Apokrif
Pilinszky János






1
Mert elhagyatnak akkor mindenek.

Külön kerül az egeké, s örökre
a világvégi esett földeké,
s megint külön a kutyaólak csöndje.
A levegőben menekvő madárhad.
És látni fogjuk a kelő napot,
mint tébolyult pupilla néma és
mint figyelő vadállat, oly nyugodt.

De virrasztván a számkivettetésben,
mert nem alhatom akkor éjszaka,
hányódom én, mint ezer levelével,
és szólok én, mint éjidőn a fa:

Ismeritek az évek vonulását,
az évekét a gyűrött földeken?
És értitek a mulandóság ráncát,
ismeritek törődött kézfejem?
És tudjátok nevét az árvaságnak?
És tudjátok, miféle fájdalom
tapossa itt az örökös sötétet
hasadt patákon, hártyás lábakon?
Az éjszakát, a hideget, a gödröt,
a rézsut forduló fegyencfejet,
ismeritek a dermedt vályukat,
a mélyvilági kínt ismeritek?

Feljött a nap. Vesszőnyi fák sötéten
a haragos ég infravörösében.

Így indulok. Szemközt a pusztulással
egy ember lépked hangtalan.
Nincs semmije, árnyéka van.
Meg botja van. Meg rabruhája van.




Budapest, la ciudad de los charcos



2
Ezért tanultam járni! Ezekért
a kései, keserü léptekért.

S majd este lesz, és rámkövül sarával
az éjszaka, s én húnyt pillák alatt
őrzöm tovább e vonulást, e lázas
fácskákat s ágacskáikat.
Levelenként a forró, kicsi erdőt.
Valamikor a paradicsom állt itt.
Félálomban újuló fájdalom:
hallani óriási fáit!

Haza akartam, hazajutni végül,
ahogy megjött ő is a Bibliában.
Irtóztató árnyam az udvaron.
Törődött csönd, öreg szülők a házban.
S már jönnek is, már hívnak is, szegények
már sírnak is, ölelnek botladozva.
Visszafogad az ősi rend.
Kikönyöklök a szeles csillagokra –

Csak most az egyszer szólhatnék veled,
kit úgy szerettem. Év az évre,
de nem lankadtam mondani,
mit kisgyerek sír deszkarésbe,
a már-már elfuló reményt,
hogy megjövök és megtalállak.
Torkomban lüktet közeled.
Riadt vagyok, mint egy vadállat.

Szavaidat, az emberi beszédet
én nem beszélem. Élnek madarak,
kik szívszakadva menekülnek mostan
az ég alatt, a tüzes ég alatt.
Izzó mezőbe tűzdelt árva lécek,
és mozdulatlan égő ketrecek.
Nem értem én az emberi beszédet,
és nem beszélem a te nyelvedet.
Hazátlanabb az én szavam a szónál!

Nincs is szavam.
Iszonyu terhe
omlik alá a levegőn,
hangokat ad egy torony teste.

Sehol se vagy. Mily üres a világ.
Egy kerti szék, egy kinnfeledt nyugágy.
Éles kövek közt árnyékom csörömpöl.
Fáradt vagyok. Kimeredek a földből.




El charco de San Esteban



3
Látja Isten, hogy állok a napon.
Látja árnyam kövön és keritésen.
Lélekzet nélkül látja állani
árnyékomat a levegőtlen présben.

Akkorra én már mint a kő vagyok;
halott redő, ezer rovátka rajza,
egy jó tenyérnyi törmelék
akkorra már a teremtmények arca.

És könny helyett az arcokon a ráncok,
csorog alá, csorog az üres árok.

1956




Tumba del poeta en el Cementerio de Farkasrét.





Apócrifo
Janos Pilinszky


Traducción del inglés de Beatriz Estrada, con revisiones de los textos en húngaro y español de Nelli Kasza.






El Parlamento bajo el agua



1
Todo será abandonado entonces.          

El silencio de los cielos será separado y para siempre separados
los campos desechos del mundo en ruinas,
y separado el silencio de las jaulas de los perros.
En el aire una multitud de pájaros huyendo.
Y veremos el sol saliente
mudo como un párpado enloquecido
y calmado como una bestia vigilante.

Pero manteniendo la vigía en el destierro
porque esa noche no puedo dormir,
agitado como miles de hojas,
cuando la noche cae yo hablo como el árbol:

¿Conocen los años que pasan volando,
los años sobre los campos arrugados?
¿Conocen las arrugas de lo efímero,
comprenden mis carcomidas manos?
¿Conocen el nombre de la orfandad?
¿Y conocen qué dolor
aplasta la eterna oscuridad
con pezuñas partidas, con patas palmeadas?
¿Conocen la noche, el frío, el hueco,
la cabeza volteada y doblegada del preso,
conocen los abrevaderos helados,
la tortura del abismo?

El sol se postró. Ramas de árboles ennegreciéndose
en el infra-rojo del cielo iracundo.

Entonces me voy. Un hombre está caminando
en silencio frente a la destrucción.
No tiene más que su sombra.
Y un bastón. Y su atuendo de prisión.




Galope acuático



2
¡Y para esto aprendí a caminar! Para estos
amargos y tardíos pasos.

El ocaso vendrá y la noche se petrificará
sobre mí con su lodo. Debajo de los párpados cerrados
sigo guardando esto que pasa volando,
estos arbolitos febriles y sus ramitas.
Hoja por hoja el pequeño y caluroso bosque.
Alguna vez el Paraíso estuvo aquí.
A punto del sueño el dolor se renueva:
¡Escuchar sus árboles gigantes!

Hogar, finalmente quería llegar a casa,
llegar como llegó él en la Biblia.
Mi horripilante sombra en el patio.
El silencio carcomido, padres envejecidos en la casa.
Y ya vienen, me están llamando, los pobres
ya están llorando, y  me abrazan tropezando.
El antiguo orden me recoge de nuevo.
Y pongo mis codos en las estrellas ventosas –

Si tan sólo pudiera hablar contigo por esta vez,
a quien tanto amé. Año tras año,
pero no me cansaba de repetir
lo que un niño llora en el espacio entre las hendiduras,
la casi desfallecida esperanza
de que regreso y te encuentro.
Tu cercanía me palpita en la garganta.
Y estoy agitado como una bestia salvaje. 

Yo no hablo tus palabras,
El habla humana. Viven pájaros
que ahora huyen  descorazonados bajo el cielo,
bajo el cielo encendido.
Tablas huérfanas clavadas en un campo ardiente,
y jaulas inamovibles en llamas.
Yo no entiendo el habla humana.
Y no hablo tu idioma.
¡Mi voz es más apátrida que la palabra!

No tengo palabra.
Su horrible carga
se precipita por el aire,
el cuerpo de una torre emite sonidos.

Estás en ningún lado. Qué vacío está el mundo.
Una silla de jardín y un camastro que se quedó afuera.
Entre las piedras afiladas mi sombra hace ruido.
Y estoy cansado. Y sobresalgo de la tierra.




Ciudades entre Buda y Pest



3
Dios ve que estoy parado bajo el sol.
Él ve mi sombra en la piedra y en la cerca.
Él ve mi sombra parada en la prensa
sin aire, sin respiro.

Para entonces ya soy como la piedra;
un pliegue muerto, mil dibujos de ranuras,
un buen puñado de escombros
es para entonces el rostro de las creaturas.

Y en lugar de lágrimas, las arrugas en los rostros
chorrean, chorrean las fosas vacías.

1956




Los otros puentes del Danubio










Beatriz Estrada Moreno nació en la Ciudad de México en 1985. Estudió Relaciones Internacionales en la UNAM y tiene un Diplomado en Escritura Creativa por el Claustro de Sor Juana. Apocalíptica de tiempo completo, poeta y narradora a ratos. Cursó una maestría en estudios sobre Rusia, Centro y Este de Europa en la Universidad de Glasgow, Escocia y actualmente cursa una maestría en ciencia política en la Universidad Corvinus de Budapest, Hungría. Todavía escribe a mano, apasionada de la cultura rumana y cazadora incansable de charcos.


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