Bitácora de literatura: traducción de poesía, sátiras, poemas, fábulas, epístolas, epigramas, aforismos, crónicas, antologías...

lunes, 28 de enero de 2013

Autor invitado: Poemas de Luis Flores Romero (1987): Sonetos de Lufloro Panadero.


La primera vez que tuve noticia de este joven poeta fue gracias a un contacto de Facebook, quien publicó un enlace donde se ofrecían algunos de sus poemas.

Se trataba de la Foja de Poesía No. 309 de la Revista electrónica de literatura, Círculo de Poesía. Me sentí identificado con el tono de la obra, y esto me llevó a indagar más sobre el autor. Así encontré, gracias al buscador, otras publicaciones en Punto de Partida, Periódico de Poesía y la revista Este País.

El siguiente paso fue enviarle una “solicitud de amistad” a su cuenta de Facebook, la cual fue correspondida con inmediatez.

Luis Flores Romero comenzó a compartir poesía burlesca en esta red social bajo el nombre de Lufloro Panadero, la cual yo disfrutaba tanto por la estructura como por el léxico desenfadado, coloquial.

Hace algunos días contacté por mensaje privado al autor para ofrecerle que recopilara los textos que había dado a conocer en el último lapso, con el propósito de publicarlos en esta bitácora. Aceptó generosamente.

“Sucede que de un tiempo para acá me han dado ganas de escribir poesía burlesca y creo que el FB se presta para compartirla”, fueron sus palabras. “Estaban en mi mente los sonetos jocosos de Quevedo y los de Salvador Novo y el deseo de escribir no tomándome en serio la escritura”, agregó en otra parte de la conversación.

Podría llenar de epítetos la poesía de Luis Flores Romero, pero prefiero que sea él quien hable por medio de ella.






  

Luis Flores Romero nació en la Ciudad de México en 1987. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. En 2009 obtuvo el premio de poesía joven Jaime Reyes, que otorga la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, con el libro Gris urbano y en 2010 el primer lugar en el concurso de poesía Punto de Partida que convoca la Universidad Nacional Autónoma de México. Becario de la Fundación para las Letras Mexicanas durante los períodos 2010-2011 y 2011-2012.






Donde Lufloro Panadero descarga su ira contra un bastardo que le bajó a su tú poética


Oh tú, dichoso, que me pedaleas
la más encantadora de las bicis,
la que es hierba de olor, de signo piscis,
la envidiada por guapas y por feas.

Me quemo el alma si le coqueteas,
al ver que la seduces entro en crisis,
me salen canas verdes, me da tisis
y escupo mi dolor: ¡maldito seas!

Que no la puedas ver más que en los martes,
que te choque su voz, que no te guste
ni en pantalón, ni en licra, ni en enaguas;

que de sus besos en seguida te hartes,
que si le dices “te amo”, ella se asuste;
y si quiere folgar, tú no paraguas.





Donde Lufloro Panadero describe los vicios y las tentativas de un miserable colega suyo


Ya cuánto tiempo ha transcurrido, cuánto,
y él sigue aquí: pendiente, descontento,
calentando la pluma y el asiento;
para la graduación le falta tanto.

La Facultad se le hace un desencanto,
de créditos tendrá poco por ciento,
inscribe extraordinarios, va muy lento;
¡ayúdale a pasar, Diosito santo!

Su plan era vivir del alcoholismo,
ser practicante del valemadrismo,
y así ha pasado otoño tras otoño.

Ahora está deseando ser un ñoño
y en sus tareas ser puntual y dócil;
pero es muy tarde ya: se ha vuelto un fósil.





Donde Lufloro Panadero alaba la lengua sajona, la conveniencia del estudio y se precave de caer en la zafiedad


Adiós, clase de inglés del Harmon Hall
que fuiste grata pero no barata.
La lengua anglosajona es una lata:
no se me pega ni con resistol.

I didn't learn the phrasal verbs, at all.
The speaking naturally me maltrata,
y porque la gramática me mata
it’s better be outgoing in español.

Aunque me voy del curso tristemente,
después he de volver, se los prometo,
me esforzaré para limpiar mi mente

y entender ese idioma por completo,
pues no quiero sentirme incompetente
y nadie quiere ser un Peña Nieto.





Donde Lufloro Panadero demuestra indignación por los bienaventurados que logran una Ella


¿Qué hicieron los que están con las hermosas?
¿Será que son astutos? ¿Son poetas?
¿Son narcos de lujosas camionetas?
¿O acaso son de carnes musculosas?

¿Las ganaron tal vez con lujuriosas
palabras o con fórmulas secretas?
¿O tienen mucha lana en sus tarjetas?
¿O solamente enormes son sus cosas?

Bonifacianamente me acrisola
mirarlas, y al mirarlas me abochorno:
hay demasiada flor en una sola,

y yo ni las estoy, ni las soborno;
mi anhelo mujeril se encaracola
y triste vuelvo a casa y veo porno.





Donde Lufloro Panadero convida a cualquier tú poético para ir a una trasnacional


He vuelto a comprobar que lo sabroso
de estar en Starbucks es el vasito,
el cual lleva tu nombre mal escrito,
y todo lo demás es un acoso.

Si te quieres sentir menos mugroso,
si quisieras pasar por erudito,
vamos al Starbucks, que yo te invito
–pero déjame ahorrar, que es muy costoso–.

Ya estando en el café, todo lo apático
se te ha de ir, igual que los bostezos;
y si llevas laptop, entonces sácala

y siéntete escritor aristocrático
mientras disfrutas por cincuenta pesos
un pésimo café que sabe a guácala.





Donde Lufloro Panadero comenta la dicha que le aconteció en transporte público y de su actual desventura


De San Antonio Abad a Chabacano
mi boca te encontró, no me la creo,
besarte fue mi rítmico trofeo,
incluso hasta pensé meterte mano.

Ahora que ese tiempo es ya lejano,
siempre besar contigo es mi deseo,
qué importa si eres fea o si soy feo:
si tú serás mi sapa, yo tu rano.

Y dije: quiera Dios, quiera el chofer
que el metro se detenga un par de meses
para que tú me beses muchas veces;

pero no sucedió. Qué triste es ver
que antes mi boca descubrió tu hechizo
y ahora está tragando un vil chorizo.





Donde Lufloro Panadero opina sobre los vicios y virtudes que le avienen a una tú poética al cumplir sus 25 años


Por su cuarto de siglo usted se agüita,
le angustia el calendario, le da susto
que su felicidad, su amor, su busto
se estén viniendo abajo desde ahorita.

Quizás con maquillaje usted evita
los años, pues le causará disgusto
si aquella perversión del tiempo injusto
le viene a despojar lo señorita.

Usted de todos modos tendrá esa
frutalidad tan suyamente impresa
que día a día crece y la mejora.

Señora, no se indigne del futuro;
la seguirán tuteando, se lo juro;
no le hablarán de usted ni de señora.





Donde Lufloro Panadero escribe, por encargo, unos versos que hablan sobre su escaso conocimiento Buddha o Buda


Un soneto que verse sobre Buddha
me manda hacer el túiter, y yo accedo
aunque apenas del tema sepa un bledo
y al escribir su nombre tenga duda.

Si una musa oriental viene a mi ayuda,
tal vez pueda salir de tal enredo;
y, si no viene, qué carajos puedo
sino sentir mi lira seca y muda.

Pues yo, guadalupano, San Judito,
del budismo no entiendo y necesito
saber alguna rápida enseñanza

y así poder improvisar. Lo admito:
de Buddha yo no sé más que la usanza
de ser feliz rascándole la panza.





Viernes de pornosoneto. Lufloro Panadero comenzó el 2013 escribiendo puras vulgaridades


Yo sí te quiero cucharear, sabrosa,
y compartirte mi morir pequeño;
lo sé, soy un vulgar, yo sí te preño
aunque no me toleres la lactosa.

Por ti mi situación está filosa,
por ti soy un gigante y soy tuleño,
soy un libidinoso brasileño
que cuando ve tus carnes dice: nossa!

Si sabes que mayonesar intento
la generosidad de tus jamones,
¿por qué te pones de mosquita muerta?

Fuera mejor que afines mi instrumento,
lo toques y después te desentones;
verguiparado yo, tú pierniabierta.





Lufloro Panadero se disculpa por su andrajosa vestimenta y porque teme las represalias de una tú poética


Perdón, excelentísima muchacha,
por no poder vestir con ropa fina;
yo sé que el pantalón no me combina
y se me cae, pues tengo poca nacha.

Sé que siempre me visto en pura facha,
que el suéter con mis tenis desafina;
pandroso soy, discúlpeme, Karina,
déjeme remediarlo, no sea gacha.

De corazón, estoy arrepentido;
juro que compraré ropajes nuevos,
seré malcriado pero bien vestido

como los aristócratas mancebos;
una cosita nada más le pido:
¡no me quiera, por Dios, cortar los güevos!




 
Donde Lufloro Panadero convida a una tú poética a practicar el sabroso oficio de la carne antes de que el payaso nos cargue a todos


Húmeda mía vayas donde vayas,
dulce motivo de mis erecciones,
causante de mis muchas adicciones,
lugar en donde libro mis batallas;

escúchame: si de repente estallas
en pánico, si pálida te pones
por las del fin del mundo predicciones,
no creas lo que dicen de los mayas.

Puede que el porvenir no sea tan grave,
o que al juicio final conmigo acudas,
o todo siga igual. Nadie lo sabe.

Mejor dame de ti, si te desnudas;
volemos, aunque el mundo no se acabe;
hagamos el amor, por si las dudas.

domingo, 27 de enero de 2013

Un epigrama "inédito" de Salvador Novo (1904-1974).







I.

Por iniciativa propia comencé a revisar algunos programas sobre personajes —concretamente poetas— de la literatura mexicana que me interesaban, y me encontré con algunas joyas en la Videoteca “Rafael Castanedo” de la televisora cultural mexicana Canal 22; uno de los archivos culturales más vastos y desconocidos de México.

De este modo di con este epigrama “inédito” del escritor mexicano Salvador Novo que, paradójicamente, aunque se transmitió por la televisión hace ya algunos años, no es conocido por mucha gente, ni tampoco figura en las recopilaciones de los epigramas del autor que he consultado1 —de ahí las comillas que acompañan al adjetivo inédito, cuya primera acepción en el diccionario curiosamente es “escrito y no publicado”; y que para este caso sería más adecuado, “dicho y no publicado”, hasta que se demuestre lo contrario.

Desde que conocí la venia epigramático-satírica de Novo me volví su fiel lector.  Visité las librerías de ejemplares antiguos, en busca de sus poemarios y  textos interdictos.

No me adjudico el crédito de descubrir esta cuarteta octosilábica —en todo caso, dicho reconocimiento recae en la gente de producción, tan pobremente reconocida en el propio medio televisivo, a pesar de su labor indispensable.

Sea pues este texto un homenaje a ellos, pero sobre todo a la memoria del que quizá sea el mayor autor satírico que ha dado este país


II.

En el año de 2004 Canal 22, que entonces encabezaba Enrique Strauss, realizó una producción intitulada Salvador Novo. Adán sin fronteras, dirigida por Fernando Navarro.

Anthony Stanton, Emmanuel Carballo, Miguel Capistrán, Reyna Barrera López, Salvador López Antuñano, Gonzalo Celorio, Sergio González Rodríguez, Humberto Guerra, Jesusa Rodríguez, Hugo Gutiérrez Vega, Javier Aranda Luna, Jaime Chabaud, Carmen Galindo, Jacobo Zabludovsky, Héctor Anaya... evocan, a partir de anécdotas, la personalidad del Cronista de la Ciudad [de México], quien a la vez narra pasajes de su vida de viva voz e imagen.

En dicho trabajo se rescata un fragmento del programa Esta noche con... Manolo Fábregas, del 18 de mayo de 1972 —esto sí lo indagué yo—, en que el llamado Señor Teatro entrevista al otrora poeta precoz.

Novo ofrece una definición puntual sobre uno de los géneros que ensayó a lo largo de su vida magistralmente: el epigrama; además de ejemplificarlo con un texto que, si bien carece de la sevicia de otros que acostumbraba remitir a sus enemigos —e incluso a sus amigos—, no está exento de la malicia característica del autor, así como de los notables conocimientos que poseía sobre la historia de su país.

He aquí la transcripción íntegra que inicia con la pregunta del presentador, y la posterior respuesta de Novo:

—¿Qué es un epigrama?
—Bueno, un epigrama es un eh... si lo vamos a definir como... por sus efectos es un pinchazo (risas del anfitrión), ¿verdad? por ejemplo, este... no es irreverencia, pero en el año de Juárez se me ocurrió... cuando los periódicos publicaron que Doña... Margarita Maza de Juárez era hija expósita, que no era hija de los señores Maza, a pesar de lo cual se casó con el Benemérito, me vino rápidamente a la cabeza este pequeño epigrama... respetuoso:

Tuvo suerte Margarita
como persona interpósita,
pues Juárez la encontró expósita
pero la volvió esposita2.


III.

Salvador Novo. Adán sin fronteras (Canal 22, México, 2004.)


Dirección general: Enrique Strauss
Producción ejecutiva: Claudia D’Agostino
Gerencia de realizaciones: Norma Zavala

Dirección: Fernando Navarro
Producción: Carolina Solís
Realización: Adrián Ortiz
Investigación y guion: Isabel Maceiras
Música original: Rafael Meneses
Fotografía: Adrián Ortiz y Fernando Navarro
Locución de actos de Novo: Rafael Velasco
Locución: Javier Aranda Luna
Casting: Bárbara Vial
Caracterización de Salvador Novo: Fernando Torres Ruiz de Velasco





__________
 1 En septiembre de 1970 el investigador Alberto Dallal editó Sátira con una tirada de 500 ejemplares —una edición anterior circuló subrepticiamente dado el carácter de la obra—, en que compiló buena parte de la poesía satírica noviana, con excepción de los sonetos que el autor redactaba para recibir el año. En octubre de 1978, la Editorial Diana, bajo el título de Sátira, el libro ca..., publicó sonetos, redondillas, décimas, quintillas... y La diegada, célebre obra de 1926 en la que Novo ataca ferozmente al pintor Diego Rivera. En 1991, la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes edita Antología personal. Poesía, 1915-1974. Salvador Novo en el número 37 de la Tercera Serie de la colección Lecturas Mexicanas, la cual prologa el propio autor. Ahí se rescatan textos satíricos de Epigramas (1930) —que contienen las secciones “Hace 24 horas” y “El epigrama del día”; así como algunos epigramas inéditos—, Dieciocho sonetos (1955), además de la ya referida Diegada y poemas que también aparecen en Sátira.


Hace falta un trabajo de investigación profundo en los diversos archivos privados y públicos que contienen la obra satírica noviana. Guillermo Sheridan y Armando Fuentes Aguirre Catón rescataron algunos epigramas en sus columnas. Lo mismo hizo Carlos Monsiváis en su ensayo Salvador Novo. Lo marginal en el centro (Era, México, 2000)

2 El epigrama —escrito en 1972 cuando se declaró, por medio de un decreto presidencial, el Año de Juárez— alude a Margarita Eustaquia Maza Parada (1826-1871), quien se casó con Benito Pablo Juárez Martínez —presidente de México conocido como el Benemérito de las Américas— el 31 de octubre de 1843, y adquirió así el nombre con que se le recuerda, Margarita Maza de Juárez. Fue hija del genovés Antonio Padilla y la mexicana Petra Parada. Disfrutó de una provechosa situación económica que le permitió tener una educación refinada. Apoyó incondicionalmente a su esposo, a pesar de las vicisitudes que el puesto y la situación política de aquél les acarrearon tanto a ella como a su familia.

Novo juega con los términos interpósito, “la persona que en un engaño se coloca (interpone) entre los reales contratantes”: testaferro; y expósito, “recién nacido abandonado o confiado a un establecimiento benéfico”.






Remito al lector al Blog N22 de Canal 22 en que publiqué este texto: http://blognoticias22.agencian22.mx/2014/05/un-epigrama-inedito-de-salvador-novo.html


sábado, 26 de enero de 2013

Poemas de César Vallejo (1892-1938).





“Hay placeres en la vida, tan grandes... Yo lo sé”, y uno de ellos es la poesía de César Vallejo definitivamente.

La poética vallejiana me cimbró, siendo aún lector incipiente, y desde entonces siempre me ha acompañado —acaso la etapa de mi existencia en que lo leí haya influido para que me trascendiera como lo hizo, al grado de que se trata de mi poeta predilecto en español.

Una vez conocida la obra, ahondé en su vida, y la afinidad poética devino en complicidad vital —la curiosidad que despertó en mí me llevó a enterarme de que su nombre completo había sido César Abraham: ¡tal como el mío! Acaso esto no resulte sorprendente, a menos de que explique que mis padres nunca han sido lectores de poesía. Así pues considero que hay algo de “predestinación” en esta paradójica relación de actor muerto y lector vivo.

Me honra sobremanera contar finalmente en esta bitácora con algunos de los poemas más entrañables que he leído durante mi vida.






César Vallejo (1892-1938). Nació en Santiago de Chuco, Perú, y murió en París, Francia. Poeta y escritor peruano. Se le considera como uno de los autores más vanguardistas e innovadores de la lengua castellana, gracias a la invención de palabras, a forzar la sintaxis...

En 1923 abandona El Perú con rumbo a Europa para no volver jamás —en 1920 pasó 112 días en la cárcel, acusado injustamente por el incendio y el saqueo de una propiedad: esto lo marcará de por vida.

Vivió en París y Madrid, además de viajar por varios países europeos, destacando tres visitas a Rusia.






Voy a hablar de la esperanza

Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.

Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. ¿Qué sería su causa? ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. ¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.

Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!

Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente.





Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre!  Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!





Espergesia

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.





Hoy me gusta la vida mucho menos...

Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi sér parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla...    
Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dije casi, por  no  llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tanta vida y jamás! ¡Y tántos años,
y siempre, mucho tiempo, siempre, siempre!





Piedra negra sobre una piedra blanca

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París —y no me corro—
talvez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...





Nómina de huesos

Se pedía a grandes voces:

—Que muestre las dos manos a la vez.
  Y esto no fue posible.

—Que, mientras llora, le tomen la medida de sus pasos.
  Y esto no fue posible.

—Que piense un pensamiento idéntico, en el tiempo en que un cero permanece inútil.
  Y esto no fue posible.

—Que haga una locura.
  Y esto no fue posible.

—Que entre él y otro hombre semejante a él, se interponga una muchedumbre de hombres como él.
  Y esto no fue posible.

—Que le comparen consigo mismo.
  Y esto no fue posible.

—Que le llamen, en fin, por su nombre.
  Y esto no fue posible.





Y si después de tantas palabras...

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da!...

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!





Los dados eternos


Para Manuel González Prada,
esta emoción bravía y selecta,
una de las que, con más entusiasmo,
me ha aplaudido el gran maestro.


Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomado de tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Talvez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios mío, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.





Setiembre

Aquella noche de setiembre, fuiste
tan buena para mí... hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.

Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás... y para eso,
yo no sé por qué fui triste... tan triste...!

Solo esa noche de setiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios... y te fui dulce!

Y también fue una tarde de setiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.





Acaba de pasar el que vendrá...

Acaba de pasar el que vendrá
proscrito, a sentarse en mi triple desarrollo;
acaba de pasar criminalmente.

Acaba de sentarse más acá,
a un cuerpo de distancia de mi alma,
el que vino en un asno a enflaquecerme;
acaba de sentarse de pie, lívido.

Acaba de darme lo que está acabado,
el calor del fuego y el pronombre inmenso
que el animal crió bajo su cola.

Acaba
de expresarme su duda sobre hipótesis lejanas
que él aleja, aún más, con la mirada.

Acaba de hacer al bien los honores que le tocan
en virtud del infame paquidermo,
por lo soñado en mí y en él matado.

Acaba de ponerme (no hay primera)
su segunda aflixión en plenos lomos
y su tercer sudor en plena lágrima.
Acaba de pasar sin haber venido.





Ágape

Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!

En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada.

Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.

Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!